Grandes parques de energía fotovoltaica ¿Dónde está el límite?

Jorge Ruiz Miguel.  Ingeniero Técnico Eléctrico. Responsable de Tramitaciones y Legalizaciones en Norsol Eléctrica. 

Desde la primera instalación fotovoltaica en España, allá por el año 1984, hasta el día de hoy, la energía fotovoltaica ha vivido periodos de altibajos más o menos convulsos. La infinidad de obstáculos legales no han impedido una progresión siempre ascendente, que ha situado a esta fuente de energía como una seria candidata a subir al pódium de las fuentes generadoras, ya sólo por detrás de la Eólica (que ocupa la primera posición en generación neta), nuclear y ciclo combinado mediante gas. (Fuente: Informe Renovables 2022 de REE). 

Según este mismo informe, la generación neta de energía por fuentes renovables supuso en España el 42,2% sobre el total, con un 59,2% sobre la potencia instalada del parque total de energías. La diferencia entre potencia instalada y energía producidase explica porque las tres principales energías renovables -eólica, fotovoltaica e hidráulica- necesitan viento, sol y agua respectivamente para funcionar y no siempre, como es evidente, se dan las circunstancias para que esto ocurra. 

La energía fotovoltaica ha experimentado en España un crecimiento significativo en los últimos 20 años a pesar de haber sufrido serios reveses tanto del ciclo económico como del legislativo, pero una nueva regulación impulsada en 2019, el creciente interés por la energía renovable, y el empujón que los fondos Next Generation, han hecho que este crecimiento haya sido exponencial en los últimos 3 años. 

Movilización contra los macro parques de producción de energía. Igualada (Barcelona), julio de 2023

La energía fotovoltaica, ¿negocio o ahorro?

Visto desde el punto de vista del propietario de una nueva planta fotovoltaica, hay que distinguir entre dos tipos de instalaciones claramente diferenciadas: 

1. La planta que se instala para auto consumir la propia energía que generamos, la que instalamos justo encima de nuestra vivienda, de nuestra nave industrial o fábrica. Al precio actual de la infraestructura necesaria, (esto son paneles, inversores y resto del equipamiento eléctrico auxiliar) es claro que la amortización de la inversión inicial es rápidamente recuperable a corto o medio plazo.  

El espíritu verde de muchos propietarios compensa claramente, en el caso de la instalación de viviendas, el objetivo un poco más a largo plazo, pero en el caso de las industrias de todo tipo, es clara la ventaja que obtiene a corto o medio plazo, más, considerando la larga vida útil de este tipo de instalaciones, que puede alcanzar los 30 o 35 años de vida, con coste de mantenimiento muy sostenido. Los empresarios buscan una factura muy económica a corto plazo, que rebajen considerablemente sus costes de producción. 

2. Las plantas que se instalan para vender la energía generada a la red. Un planteamiento pensado como inversión, con un retorno de rentabilidad del dinero invertido muy sensato, y que para muchos inversores supone una garantía para cobrar una pensión de jubilación, teniendo un negocio que además es sostenible, útil y beneficioso para el medio ambiente y la sociedad, abaratando claramente los costes del sistema energético del estado. 

Este segundo caso tiene distintas aristas, o posibilidades de negocio. Uno es el ya mencionado plan de jubilación. Hablamos de pequeñas o medianas inversiones, de ahorradores que confían su dinero en esta tecnología instalando un huerto solar en una parcela, que bien puede ser de su propiedad -ese terreno que él, sus padres o sus abuelos cultivaban- y que ahora aprovechan para sacarles otro tipo de rentabilidad. Pero también están las plantas de mayor tamaño, construidas por grandes empresas, fondos y sociedades inversoras, que hacen de este uno de sus negocios dentro de su cartera de inversiones (añadiré algún apunte más adelante sobre estas plantas).

Movilización «Renovables sí pero no así». Madrid, 2021

Las trabas administrativas al autoconsumo

Vistas ambas posibilidades, si hubiera que decantarse desde el punto de vista más ecológico sería fácil hacerlo por la primera, la del autoconsumo, pero no es tan fácil accionar todas las palancas que se deben vencer, a pesar de una regulación estatal favorable. Son muchas las reacciones en contra con las que nos topamos a la hora de legalizar una instalación. 

Superado el escollo del impuesto al sol, de infausto recuerdo, cuando se instala una planta de autoconsumo sin vertido de los excedentes a la red, existe cierta facilidad administrativa pues se ha eliminado, en casi todas las comunidades autónomas, la obligatoriedad de solicitar una licencia de obra, lo que abre mucho la mano a la agilidad en su puesta en marcha. Además, las empresas distribuidoras no tienen nada que decir en este punto, no pueden poner escollos ya que deben acatar su instalación a pesar de que no obtienen ningún beneficio, puesto que sí que beneficia al sistema eléctrico de forma global. Esto mismo ocurre en el caso de pequeñas instalaciones urbanas con vertido de los excedentes con una potencia menor de 15kW (lo necesario para abastecer a 3 o 4 viviendas). 

Cuando la instalación es mayor de esa potencia (15kW) y se quiere verter la energía sobrante a la red eléctrica es cuando empiezan las trabas y no son pocas las dificultades que las empresas instaladoras nos encontramos para que esto se haga en un corto lapso de tiempo. Es muy razonable que un empresario que instala placas solares en su cubierta quiera vender lo que sobra en las horas del día que no consume -fines de semana, vacaciones, etc.- y sería muy razonable que se diera preferencia a la hora de vender esa energía al que la produce y consume en su propiedad, pero, como decía, sigue habiendo muchas resistencias.

En primer lugar, las que ponen los gestores de la red o empresas distribuidoras. Incido en este punto ya que los “negocios” de la distribución son monopolios zonales de (normalmente) gigantescas corporaciones de capital privado, que si bien es cierto está hiper regulado, no deja de ser cierto que se embolsan cuantiosas ganancias por ello. A esto se une que dicho negocio es troncal al resto de divisiones de este tipo de compañías, tales como la propia generación y la comercialización de energía, lo que les hace partir con mucha ventaja sobre aquellas otras empresas que quieren entrar en competencia con ellas. 

En segundo lugar, las Comunidades Autónomas, que tienen las atribuciones en lo que a seguridad industrial se refiere y no siempre tienen un concepto claro de lo que se ha regulado a nivel nacional, y existe poca coordinación entre los distintos funcionarios, además de destinar pocos recursos, lo que hace que se colapse su sistema de autorizaciones. 

Tercero, los ayuntamientos, con competencias en materia urbanística. Si en el caso de las Comunidades Autónomas, la falta de coordinación es un obstáculo a veces muy molesto, en el caso de los ayuntamientos raya lo esperpéntico. Para dos instalaciones idénticas, proyectadas en municipios diferentes, puedes llegar a encontrarte con trabas que dilaten meses una puesta en marcha, pero también puedes encontrarte con facilidades tales que lo único que les importa es cobrar el famoso ICIO (Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras), que alivie un poco sus arcas. 

Podríamos seguir con un cuarto, quinto y un largo etcétera de números ordinales… tales como permisos de carreteras, confederaciones hidrográficas, aeropuertos, puertos, vías ferroviarias, líneas eléctricas, etc. todos ellos organismos a los que, en ocasiones, se hace necesario pedir la correspondiente autorización, aunque tu nave ya está construida y lo único que vas a hacer es poner unas placas en la cubierta… lo dicho, a veces esperpéntico. 

Movilización «Renovables sí pero no así». Zaragoza, 13 de marzo de 2022. Foto Iker G. Izagirre – Arainfo

Los “mega parques”, ¿que son?

El uso de la palabra mega antecediendo a otra como granja, parque, fiesta… por si solo ya sirve para poner en alerta al vecindario. Da igual si el parque es de 1 Megavatio, de 20 Megavatios o de 200, el caso es que mega da la sensación de ser una orden de magnitud gigante. 

Pongámoslo en contexto: un parque de 1 megavatio serviría para dar suministro a unos 250 habitantes durante un día soleado, por lo que uno de 200MW serviría para una población de 50.000 habitantes. Además, queda claro que una de las desventajas más claras de la energía fotovoltaica instalada en suelo es su gran superficie de ocupación: podemos pensar que para instalar un solo megavatio de potencia necesitaremos una parcela bien orientada al sur con una superficie de 2,5 hectáreas (25.000m2) -las dimensiones de 3 campos de fútbol para hacerse una idea de su gran tamaño-. Conviene recordar aquí que ya se fabrican molinos de viento de más de 10MW que ocupan un espacio mucho menor. 

El problema de la ocupación de estos terrenos no es menor. Soy defensor de las instalaciones de menor potencia frente a los mega parques, pero ¿hasta qué magnitud es razonable pensar que una planta solar pasa a no ser respetuosa con el medio que lo rodea? 

Cuando hablamos del “medio” que lo rodea, no solo hablamos del medio natural, su hábitat, su ecosistema, sus cultivos, también hablamos de sus habitantes, su actividad, tanto la agrícola, como la forestal, ganadera, el uso de sus recursos. También hablamos de respetar la propiedad de los agricultores, que muchas veces se ven forzados a la expropiación por “el interés general». Se hace necesario, además, añadir elementos protectores naturales que rodeen estos parques, favoreciendo el impacto visual y la protección de la flora y fauna autóctona. 

Por lo tanto, defiendo la instalación de plantas de tamaño adecuado que no incida en el medio. La normativa medioambiental es muy rigurosa, pero a veces da la sensación de que a mayor inversión más intereses se crean y más facilidades se dan, cuando debería ser justo al contrario. Es famosa la noticia de que un juez de Extremadura ha obligado a Iberdrola a desmantelar una de las plantas más grandes de Europa (1,4 millones de paneles), por la reclamación de un vecino al que le expropiaron sus tierras y, aunque todavía no sabemos en que acabará finalmente, las fricciones que se están creando a la hora de proyectar estas instalaciones entre los habitantes de poblaciones, normalmente pequeñas, y los grandes inversores hacen que una mala opinión sobre toda la industria caiga en el mismo saco cuando, en este caso, el tamaño si importa. 

Asumiendo el potencial por su extensión, horas solares y clima habría que replantear qué sentido tiene que una comunidad como Extremadura, ostente la primera plaza en potencia fotovoltaica instalada con 5165 MW si solamente tiene un millón de habitantes ni representa un puesto alto en cuanto a tejido industrial se refiere. Una vez más, mucha energía producida donde menos se consume. 

Un futuro prometedor

El futuro de la energía fotovoltaica es prometedor y representa una alternativa sostenible, limpia y de bajo mantenimiento. Se espera que para el año 2050, la energía solar fotovoltaica constituya la segunda fuente de generación eléctrica más importante, solo por detrás de la energía eólica, que para el año 2030 el 34% de la electricidad mundial provenga de energías renovables, como la eólica y solar, y que en el año 2040 este porcentaje llegue al 50%. 

En mi opinión, la asignatura pendiente son los sistemas de almacenamiento de energía. Se acerca el momento en que estos serán más eficientes y asequibles permitiendo una mayor penetración de la energía fotovoltaica en la red eléctrica, ya que así no solamente dependerá de la radiación solar diurna y dará estabilidad al sistema. Soñemos con que el coste de la tecnología no abra una brecha aún mayor entre ricos y pobres, sino que, al contrario, se apueste por un crecimiento cercano y razonable, no solamente a nivel de instalación de esta tecnología, sino también en la explotación de los recursos necesarios para llevarla a cabo. Pero este es otro debate. 

Con este texto he tratado de exponer las distintas casuísticas para ayudar a forjar una opinión sobre el tema de forma que no se banalice el problema metiendo en el mismo saco a todas las instalaciones fotovoltaicas y se distinga muy claramente de qué estamos hablando cuando nos posicionamos a favor o en contra de esta tecnología.