La CGT hacia la Confederación de Luchas

Mario Rísquez. CGT Enseñanza Madrid

Una guerra contra la vida. La crisis en la que nos encontramos no tiene solución en el marco del sistema económico en el que vivimos, con una forma de organización social que asienta la riqueza de unos sobre la misera de muchas. La explotación laboral cada vez más cruda en nuestros centros de trabajo, la expropiación de renta para poder vivir bajo techo, el colonialismo racista que filtra la entrada de recursos por la frontera, pero mata, encierra o excluye a las personas migrantes y migradas.

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Estas son algunas de las múltiples caras en las que se expresa la crisis, cuya contrapartida es el mantenimiento de una clase privilegiada, que acumula riqueza y poder, y que está dispuesta a protegerse a costa de todo y de todas. Vivimos en un régimen de violencia en el que la crisis, por tanto, es una guerra permanente librada contra las condiciones de existencia de una creciente porción de la población que, en un extremo, adquiere el estatus de sobrante.

Para hacer frente a esta crisis, a los actores que la generan, a los mecanismos que la reproducen, a sus consecuencias sobre nuestras vidas, necesitamos inevitablemente acumular poder. Y para acumular poder necesitamos ser muchas, estar organizadas, y compartir una mirada acerca del mundo en que nos encontramos y hacia dónde queremos ir. Bajo estas premisas, el pasado mes de mayo de 2024 nos juntamos decenas de militantes de Ecologistas en Acción Madrid, CNT-Comarcal Sur Madrid, Sindicato de Manteros, Sindicato de Inquilinas de Madrid y CGT en Madrid, para hacernos algunas preguntas: ¿Es posible enfrentarse a la crisis del capitalismo de forma aislada, a través de nuestras luchas parciales o sectoriales? ¿Se puede pensar la crisis y sus respuestas de manera integral desde distintos frentes? ¿Qué potencias encontramos en la confederación de nuestras luchas para enfrentarnos a las diversas manifestaciones de la crisis?

La sintonía en las respuestas que nos dimos nos reveló que, frente a la incertidumbre, la desorientación y la falta de horizontes emancipatorios, la tarea de replantear la estrategia de nuestras organizaciones es fundamental para orientarnos y marcar el rumbo del camino que nos debería llevar a constituirnos como actores con una capacidad de intervención más potente y eficaz en la realidad que nos rodea.

En el caso de la CGT, no somos una organización que en su apuesta sindical abogue exclusivamente por la defensa y el mantenimiento de empleos, que no dejan de ser una forma de explotación y expolio de los frutos de nuestro trabajo; empleos que en muchos casos ni siquiera responden a actividades que aporten bienestar a nuestra sociedad, sino todo lo contrario. Nuestra preocupación no descansa en el empleo o en el salario, sino en las condiciones de vida de la clase trabajadora.

Así, entendemos como clase trabajadora aquella población desposeída, cuyo sustento vital y su reproducción está mediada por la necesidad de vender su fuerza de trabajo. Y entendemos el trabajo más allá de las fronteras de lo mercantil, es decir, concibiendo como trabajo también todas aquellas actividades y tareas indispensables para la sostenibilidad de la vida, que del mismo modo se encuentran subordinadas a la lógica que impone el capital. Nuestra alimentación, nuestro descanso o nuestra salud mental están atravesadas por la inercia de una cotidianidad subsumida al engranaje de la producción capitalista. De igual modo, comprendemos que estos sujetos y estos trabajos se desenvuelven en el marco de una comunidad o territorio, que es necesario cuidar y preservar de diferentes formas frente al deterioro al que les somete el capital, que nos ha emplazado a vivir en un mundo estéril en la era de la ebullición global.

Por tanto, el problema del acceso a la vivienda, la exclusión social de la población migrada, la división sexual de los trabajos y su subordinación al capital o el deterioro de nuestros ecosistemas son problemas que deben preocupar a la CGT, en tanto son los problemas cotidianos que afectan a las condiciones de vida de la clase trabajadora.

La CGT tampoco somos una organización que adopte una actitud de delegar, pedir y esperar a que las instituciones del Estado resuelvan nuestros problemas, sino que exigimos y hacemos, entendiendo y afrontando el conflicto y la acción directa, es decir, sin mediaciones de ningún tipo, como forma de enfrentar nuestros problemas y conseguir nuestros objetivos. Nuestra emancipación dependerá por tanto de la forma en que de manera autónoma e independiente nos organicemos como clase, de las estrategias y herramientas con que desarrollemos el conflicto y, en definitiva, del poder que consigamos ejercer para dar la batalla en esta guerra contra la vida, que no es otra cosa que la guerra contra el capital y los actores que lo representan.

Pero para ejercer este poder necesitamos ser muchas, estar mejor organizadas, y compartir unas mismas coordenadas en nuestra proyección estratégica y en nuestra práctica militante. En ese sentido, el espacio de encuentro que se abrió en mayo del año pasado es una iniciativa de especial interés sobre la que hemos venido trabajando. Así, en el primer semestre de este año se ha impulsado un Ciclo de Encuentros y Formaciones a partir del cuál poder seguir haciéndonos preguntas, manteniendo debates y avanzando en ese proceso encaminado hacia la confederación de nuestras luchas. Dotarnos de una lectura común y compartida de cuáles son las causas que generan la crisis, los mecanismos y las inercias que la reproducen, cuáles son los sujetos que participan de ella, sus intereses y su poder para imponerlos, cuáles son los antagonismos… Es la condición que puede hacer posible que organizaciones diferentes podamos trazar objetivos comunes, podamos diseñar estrategias más convergentes, y que en el camino de la acción política podamos juntarnos, compartir luchas e incrementar nuestras potencias.

En los encuentros de este ciclo con el que comenzamos 2025 nos estamos reuniendo militantes de CNT, Ecologistas en Acción, Sindicato de Manteros, Rebelión o Extinción, Sindicato de Inquilinas, Sindicat de LLogateres y CGT en distintas partes del Estado (Barcelona, Sevilla, Bilbao, Burgos o Madrid) para lanzar una discusión y reflexión colectiva en torno a tres grandes preguntas: ¿Cómo entendemos la crisis ecosocial en la que estamos inmersos? ¿Cómo construimos un sujeto común desde la diversidad y de qué herramientas nos dotamos para intervenir en la realidad? ¿Por dónde caminar para avanzar hacia un horizonte emancipatorio?

En torno a los tres encuentros presenciales que estamos manteniendo estos primeros meses de 2025 se han diseñado también tres bloques de formación, con sesiones audiovisuales grabadas en las que personas de nuestras organizaciones o de otras afines intervienen sobre distintos temas vinculados a estas tres grandes preguntas. El propósito de ello es el generar marcos comunes sobre discusiones que consideramos esenciales, elaborando materiales para difundir tanto entre la militancia que ya participa en nuestras organizaciones como entre aquella que está por venir.

El capital se nutre de la división para hacer valer su agenda de intereses, de modo que tenemos una tarea por tratar de reconstruir una clase trabajadora que, en su diversidad, debe actuar junta, coordinada y con un mismo propósito. Para ello hacen falta muchas cabezas y muchas manos, también que busquemos y nos dotemos de espacios de encuentro y de diálogo entre diferentes. La CGT somos una organización de casi 100.000 personas afiliadas, con implantación en muchos territorios del Estado español, y con presencia sindical en diversos sectores económicos y en distintas luchas políticas y sociales. Pero todo ello resulta insuficiente ante la magnitud de los problemas que enfrentamos.

El proceso hacia la Confederación de Nuestras Luchas marca un camino que deberíamos transitar si nuestra pretensión es la de avanzar nuestro horizonte de lo posible, la de salir de posiciones defensivas y poco a poco tratar de constituirnos como un contrapoder con una mayor capacidad de intervención en la sociedad. Pero este camino debe transitarse sin atajos, con humildad y generosidad, y con la paciencia que requiere la construcción de procesos y alianzas que por su propia naturaleza son complejos y conllevan tiempo y trabajo. En cualquier caso, el camino que se abre no deja de ser ilusionante y compartirlo entre quienes rechazamos el estado de cosas actual y apostamos por un futuro deseable hace que nuestros pasos sean más firmes y que tengamos en quien apoyarnos cuando tropecemos. Porque, aunque solas pudiéramos, tampoco querríamos.