Movimientos en Catalunya ante la disputa del liderazgo en la lucha sindical

Oscar Murciano.  CGT Terrassa

La estabilidad de fuerzas durante décadas entre el sindicalismo de contrapoder y el de concertación se está resquebrajando en Catalunya. La clave es la apuesta por el liderazgo de la lucha sindical en el territorio, sin complejos y empresa a empresa.

Las relaciones entre el sindicalismo de contrapoder y el de paz social en el Estado español son intrínsicamente difíciles debido a lo opuesto de sus estrategias. De forma resumida, es en Euskal Herria y Galiza donde sindicatos y modelos de negociación con apuesta por la movilización marcan la iniciativa y las mayorías sindicales, mientras que en el resto del Estado la omnipresencia del bisindicalismo es casi absoluta.

¿Podría estarse alterando ese escenario, casi cerrado desde principios de los ochenta, concretamente en el caso de Catalunya? En mi opinión está habiendo movimientos significativos en ese sentido dentro del mapa sindical catalán. Y se es consciente desde organizaciones que representan ambos modelos.

Sin querer entrar en recorridos históricos ya conocidos, una característica del llamado sindicalismo mayoritario en el Estado español, así como de las leyes asociadas, el tratamiento mediático e institucional, la negociación, etcétera se basa en la construcción y consolidación de un orden sindical: su hegemonía. Ésta se graba en piedra en los diferentes derechos sindicales según la representatividad en la Ley Orgánica de Libertad Sindical, el Estatuto de los Trabajadores, en los reglamentos, y en la incrustación de CCOO y UGT en diferentes estructuras mixtas con el Estado.

Ahora bien, esa omnipresencia legal y sistémica es también cultural. No existe alternativa, ni voces críticas. Y cuando algunos fogonazos de otros actores rompen el statu-quo, con esa o tal huelga o movilización, rápidamente pasan a ser etiquetados como ‘minoritarios’ o ‘radicales’ una y otra vez durante décadas. Al final, todo el mundo asume el rol que le es asignado. La hegemonía cultural y legal es el muro de hormigón del posible crecimiento de alternativas sindicales. Es por eso que “el sindicato de Podemos” fracasó, es por eso que “el sindicato de Vox” también y es por eso que Intersindical-CSC ha iniciado su declive después del fogonazo del Procès. Ni siquiera estructuras políticas volcadas en cuerpo y alma en proyectos sindicales tienen, ni tendrán, éxito debido al excelente diseño de contramedidas que el Estado construyó, y consolida, en favor de un modelo de sindicalismo de paz social de dos interlocutores.

¿Qué está pasando en Catalunya en la lucha sindical?

Otra de las hegemonías a las que me refería es el liderazgo indiscutible en la capacidad de lucha sindical por parte de los dos grandes sindicatos. En mi vida como trabajador crecí y asimilé ese mito, como el resto. Por supuesto había sindicatos que luchaban más, pero eran pequeños y no podían compararse en números absolutos o fuerza combinada con esas dos máquinas sindicales, debido a su mucho más elevada presencia en empresas.

Sin entrar en detalles, un conjunto de ideas e iniciativas colectivas en la CGT de Catalunya y mucho trabajo de los diferentes entes que la forman están dando sus frutos. Hace unos años, desde el Secretariado Permanente de ese sindicato se llevaba tiempo con la sensación de que se había producido un cambio en el liderazgo de la lucha sindical en Catalunya. Unos no paraban de desarrollar conflictos y a otros costaba verlos en alguno. Por esa razón se pidieron al Departament de Treball los resúmenes de las diferentes huelgas en el territorio, por sindicato convocante.

Los resultados dejaban pocas dudas, hasta 2014 era CCOO quién lideraba la lucha sindical en Catalunya, pero desde 2015 es la CGT el sindicato que más huelgas convoca y seguimientos realiza. Desde 2018 también incluyendo huelgas convocadas por comités de empresa.

Dando otra vuelta de tuerca a ese camino de extensión de luchas obreras, la organización decidió en el pasado Congreso de la CGT de Catalunya, en Sallent de 2023, la creación de una caja de resistencia para que los conflictos creados dispongan de mayor capacidad y así duren más y sean más potentes.

Cuando empezó a conocerse públicamente la diferente información sobre huelgas, la primera reacción por parte de algunos cargos orgánicos de CCOO fue considerarla falsa. Era imposible que una organización con 10 veces menor presencia en empresas fuera el mayor catalizador de la lucha sindical bajo cualquier variable medible y objetiva. Pero así era y sigue siéndolo en 2024. Cada año.

Paralelamente a esa vitalidad de la CGT de Catalunya, las afiliaciones en el sindicato se han disparado siendo cada año un nuevo récord de toda la serie histórica. Hay una relación entre luchar más y que más personas decidan incorporarse. Por dar un par de cifras, en 7 años se ha crecido un 50% entre altas y bajas, siendo el tercer sindicato del país en volumen. Por comparación, en los últimos 4 años la afiliación de CCOO de Catalunya se ha incrementado en un total neto de 2.104 personas, mientras que la CGT lo ha hecho en 4.967.

Llegados a este punto es importante recordar que no se hacen huelgas por gusto, sino como medio para arrancar mejoras concretas. Cosa que está sucediendo en muchos de esos conflictos y que produce un boca-oreja positivo respecto la utilidad de la lucha sindical. Con ello, también se crea un elemento de contraste hacia donde no se practica y los magros resultados concretos de esa política. Lo veremos más adelante.

La doble reacción de CCOO y UGT a estos movimientos de fondo

Por parte de UGT no hay más respuesta que la indiferencia, esencialmente porque su público objetivo es el segmento más dócil de la clase trabajadora catalana. Así que los efectos de un actor que esté sacando la cabeza en términos de lucha es absolutamente secundario en su línea sindical. De hecho, le va fenomenal últimamente en términos de representatividad, al reducir a la mitad en estos últimos 4 años la distancia que le separa de CCOO Catalunya.

Para el otro sindicato no es lo mismo. CCOO intenta mantener un aura más reivindicativa, aunque a menudo no pase de palabras. Vendría a ser la alternativa a quién apoyar porque la otra opción esté en manos de la empresa. Todo crecimiento significativo a su izquierda supone un debilitamiento propio en varios parámetros como representatividad, nueva afiliación, así como liderazgo en un terreno que reclama como suyo. Todo eso lo estamos viendo y no es plato de buen gusto.

En una entrevista en el diario Público en diciembre al secretario general de CCOO Catalunya, Javier Pacheco, se produce la siguiente pregunta y respuesta posterior:

“P-Desde otras organizaciones, se acusa a CCOO Catalunya de haberse convertido en un sindicato de postal, que ha perdido su carácter reivindicativo y con menos capacidad de movilización. ¿Cómo valora esta crítica?

R-…No se puede plantear una comparativa sobre cuántas huelgas estamos convocando precisamente en la etapa más importante en relación con la capacidad de recuperación de los derechos. Resulta contradictoria, puesto que no las convocas cuando los salarios son más altos durante los últimos años. En función de la resistencia patronal, actúa la presión sindical. La protesta y la huelga no son un fin en sí mismo, sino un recurso para llegar a la negociación o a la concertación.”

Es una respuesta con mucha carga de profundidad. Primero, sin que haya sido mencionada, se hace referencia a la pérdida de referencialidad como sindicato en materia de huelgas. Segundo, se intenta explicar como una especie de ‘paroxismo pro-huelgas’ por parte de otros (CGT) sin sentido lógico sindical ya que no estamos en momentos de dificultades, lo cual según Pacheco, es contradictorio. Tercero, estamos en un momento en que “los salarios son más altos”.

Plantear que las huelgas son una herramienta con sentido lógico únicamente ante nuevas agresiones empresariales supone eliminar su uso para conseguir mejoras concretas. En otras palabras, la huelga como recurso defensivo y no ofensivo. No sólo no existe ninguna contradicción al desarrollar una huelga a la ofensiva, sino que es imprescindible para la obtención de mejoras significativas. El pasado año 2024 se obtuvieron en diversas huelgas largas en Catalunya incrementos salariales de dos dígitos, reducciones de jornada y nuevos beneficios sociales que de otro modo no se hubieran producido. Efectivamente, la huelga es la base para negociar.

El segundo argumento esgrimido para justificar la poca movilización de su sindicato en Catalunya es que ‘tenemos los salarios más altos durante los últimos años”. Una explicación completamente falsa a menos que no tengamos en cuenta los efectos de la inflación. Según los datos que la misma CCOO expone en su web, los convenios de empresa firmados en Catalunya en el periodo 2021-2024 han supuesto un incremento medio del 10,84%, los sectoriales de Catalunya un 11,54% y los sectoriales estatales un 11,06%

En ese mismo periodo, según indica el INE en su web, la inflación acumulada del periodo 2021-2024 ha sido del 19,4%. Es decir, una pérdida salarial real de entre el 7,86 al 8,56%

Pero si nos remontamos unos años más en el tiempo, según el Gabinete Económico de CCOO, la pérdida salarial real para un mismo trabajo y categoría desde 2008 al 2022 es del -12,8%.

No hay más bonanza que la acumulación de beneficios empresariales, a costa de las espaldas de una clase trabajadora que está perdiendo condiciones materiales de forma medible y constante en el tiempo. En un contexto así se requiere una mayor conflictividad, no lo contrario.

Desalojo de los centros sociales okupados El Kasalet y El Katxilet en Terrassa (Barcelona) en marzo de 2025

Algunas conclusiones

Como en la fábula del elefante y el grillete pequeño que lo tiene atado, cuando las hegemonías culturales muestran fracturas se generan movimientos secundarios que pueden, si no echar abajo la presa, sí abrir un boquete por donde se va perdiendo agua peligrosamente. En el caso del mayor sindicato de contrapoder catalán, la CGT, sí se sabe si fue primero el huevo o la gallina: primero llegó el incremento de lucha sindical en 2015 y tres años después el inicio de la escalada de récords afiliativos anuales, manteniéndose ambas dinámicas hasta la fecha actual. La expansión en las empresas, nuevas secciones sindicales, es la siguiente fase de esta espiral retroalimentada, siendo la CGT el sindicato que más crece porcentualmente en procesos de elecciones sindicales en 2024.

A efectos del mapa sindical catalán parece difícil evitar que a corto plazo la UGT lidere la representatividad en Catalunya, lugar que ocupa CCOO desde hace 47 años. La suma de ambos sindicatos va retrocediendo año tras año, aunque continúa muy alejados del resto y difícilmente cambiará esta situación a medio plazo. El crecimiento motivado por levantar con más fuerza la bandera de la lucha sindical por parte de la CGT, cada vez con mayor capacidad absoluta, está afectando principalmente a CCOO Catalunya tanto a nivel de nuevas afiliaciones como de presencia en empresas debido a una mayor cercanía de discurso obrerista. Discurso que a menudo no se respalda con hechos.

En definitiva, en unas placas tectónicas sindicales del Estado español de naturaleza muy estables, el territorio donde las posiciones del sindicalismo de contrapoder y de concertación se están empezando a mover es Catalunya.

Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 121, primavera de 2025