Reflexiones sobre la identidad Queer y sus desafíos. Al Lío con Lo Queer

Silvia Agüero Fernández y Sara Plaza Casares

Hace unas semanas, el PSOE decidió eliminar la “Q” del acrónimo LGTBIQA+ en protocolos y documentos oficiales. Esta decisión, que busca borrar una de las disidencias sexuales e identidades que forman parte de nuestro colectivo, ha generado una enorme polémica y preocupación ¿Qué significa «queer»? Tradicionalmente, «queer» se usaba como un insulto, un término que se traducía como “raro” o “torcido”. Sin embargo, con el tiempo, este término ha sido reivindicado y reapropiado por las personas disidentes, quienes lo han convertido en un emblema de lucha. Es esencial, hoy más que nunca, para representar nuestras identidades no normativas y como una forma de resistencia política ante las estructuras dominantes.

El borrado de la letra «Q», que representa a las personas queer, y el símbolo «+» que visibiliza a otras identidades disidentes, no es simplemente una cuestión semántica. Es una amenaza directa a la representación y al reconocimiento de quienes viven fuera de la heteronormatividad. Las organizaciones en defensa de los derechos LGTBIQ+ han advertido de las consecuencias: las identidades borradas no desaparecen de la realidad, pero sí quedan desprotegidas en el imaginario político y social. Este acto podría, incluso, incrementar la violencia y discriminación hacia las personas queer, al debilitar su visibilidad y su reconocimiento institucional.

Un contexto de violencia creciente

El retroceso en el reconocimiento de las identidades queer se produce en un contexto de violencia creciente contra el colectivo LGTBIQ+. Según el último informe de la Federación Estatal LGTBIQ+, el 37% de la población queer ha sido víctima de algún tipo de acto de odio. En España, donde se estima que residen tres millones de personas LGTBIQ+, los datos son alarmantes: 700.000 personas del colectivo han sufrido acoso y 250.000 han sido víctimas de agresiones físicas o sexuales por su identidad o su orientación. Lo más preocupante es que, a pesar de estas cifras, la falta de registros oficiales sobre estas agresiones sigue siendo un tema pendiente. Desde 2019, se han denunciado 57.000 agresiones contra personas LGTBIQ+ en el Estado español, pero solo 1.739 han sido reconocidas como delitos de odio, un porcentaje irrisorio que refleja una grave invisibilización de la violencia.

Exclusión y precariedad: las otras violencias

Más allá de la violencia explícita, las personas LGTBIQ+ también enfrentan condiciones de precariedad y exclusión social. Según el Informe Estado LGTBIQ+ 2024 de la Federación Estatal LGTBIQ+, el 30,6% de las personas de este colectivo están en riesgo de pobreza o exclusión social, un porcentaje superior en 3,7 puntos al del conjunto de la población. Esta situación es aún más grave para las personas mayores LGTBIQ+, que presentan tasas de desempleo alarmantes, sobre todo entre los 60 y 64 años.

En cuanto a las personas trans, la discriminación laboral es especialmente evidente. Datos de UGT indican que más de la mitad de las personas trans están desempleadas, y el 55% ha sido directamente expulsada de los procesos de selección por su identidad de género. Esta exclusión sistemática las expone a una vulnerabilidad extrema, donde la pobreza y la marginalidad se convierten en una constante.

La Urgencia de la Resistencia

El borrado de la Q y el + del acrónimo LGTBIQ+ no es un hecho aislado. Forma parte de una ofensiva mayor contra los derechos de las personas queer y otras identidades disidentes. La lucha contra la discriminación y la violencia requiere un compromiso firme tanto de las instituciones como de la sociedad en su conjunto. Lo que está en juego no es solo una letra o un símbolo, sino la vida y la dignidad de miles de personas que hoy viven al margen de la norma.

Al Lío con la Q

Recientemente, cuatro activistas se reunieron en Al Lío, para compartir sus perspectivas sobre la identidad queer, el racismo, la transfobia dentro del colectivo LGTBIQ+, y cómo el sistema patriarcal y colonial influye en la construcción de las identidades. En este encuentro participaron Darko Mediavilla, activista queer no binarie y presidente de la Asociación de Personas No Binarias de España; Óscar Romero de la Librería Mary Read, quien organiza cada año el Encuentro sobre Literatura Queer en el Museo Reina Sofía; Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma Trans; y Sandra Carmona, ilustradora, editora y activista gitana, Cofundadora de Altramuz Editorial. Todes compartieron su visión de un mundo más inclusivo, pero también los obstáculos que enfrentan las comunidades diversas.

Identidad Queer: más allá de las etiquetas

Uno de los temas centrales del debate fue la evolución de la identidad queer. Para muchas, queer no es solo una etiqueta, sino una forma de resistencia política y una crítica al sistema patriarcal y binario que históricamente ha intentado definir a las personas dentro de rígidos roles de género. Como explicó Darko Mediavilla, “«lo cuir es disidencia, es cuestionar lo establecido”. En este sentido, no se trata únicamente de la identidad de género, sino de una forma de entender la vida, fuera de las expectativas impuestas.

Sandra Carmona, por su parte, dio una visión profundamente personal, destacando cómo las identidades se construyen y se viven de manera diversa según la experiencia de cada individuo. Para ella, la identidad queer es un espacio de libertad, un lugar donde se cuestionan las normas y se celebran las diferencias: “No es solo la lucha contra la opresión, es también una forma de existir, de ser quien eres sin que el sistema te ponga límites”.

La transfobia y el racismo dentro del colectivo LGTBIQ+

Otro tema fundamental que surgió fue la transfobia y el racismo dentro del propio colectivo. Mar Cambrollé, activista trans y presidenta de la Plataforma Trans, reflexionó sobre cómo las personas trans, a pesar de los avances en derechos, siguen siendo las grandes olvidadas en la lucha por los derechos LGTBIQ+. Para Mar, es esencial nombrar la transfobia para poder combatirla: “Cuando no nombramos la transfobia, no podemos combatirla”, dijo, destacando la falta de visibilidad y el estigma que aún enfrentan las personas trans.

Sandra Carmona, como activista gitana, agregó que las identidades racializadas dentro del Colectivo se enfrentan a múltiples formas de opresión: “Es muy difícil ser gitana y bollera o bisexual”, comentó, subrayando que las luchas de las personas racializadas quedan a menudo invisibilizadas, tanto dentro como fuera del colectivo LGTBIQ+. Este cruce de discriminaciones crea barreras que muchas veces impiden que las personas se sientan representadas e incluidas en las luchas por los derechos del colectivo LGTBIQ+.

El Impacto de las Redes Sociales

Las redes sociales fueron otro tema central en la conversación. Óscar Romero, desde su perspectiva de librero y organizador de encuentros literarios, mencionó cómo las redes han permitido a las nuevas generaciones cuestionar las normas establecidas y compartir sus experiencias. Sin embargo, también advirtió sobre los peligros de la superficialidad y el control que las redes ejercen sobre las narrativas: “Las redes nos han dado la oportunidad de cuestionarlo todo, pero también crean un ambiente de vigilancia constante dentro del colectivo”.

Para Darko, la visibilidad es clave para la lucha por los derechos pero también puede ser un arma de doble filo: “Las redes pueden ser un espacio seguro para compartir nuestras luchas, pero también crean expectativas sobre cómo debemos ser”. Insistió en la importancia de entender que las etiquetas, aunque útiles, son fluidas y cada persona tiene su propio camino y forma de vivir la identidad.

Colonialismo y hegemonía blanca en el colectivo LGTBIQ+

Uno de los temas más complejos que surgió fue la crítica al colonialismo y la hegemonía blanca dentro del colectivo LGTBIQ+. Sandra Carmona destacó cómo las luchas de las personas racializadas dentro del colectivo suelen ser invisibilizadas. “El sistema LGTBIQ+ es blanco, colonial y patriarcal, y esa es una realidad que muchas veces se olvida”, señaló, haciendo referencia a cómo los movimientos de liberación sexual han sido históricamente dirigidos por hombres blancos.

Mar Cambrollé subrayó que es necesario reconocer las luchas de las personas trans y de las comunidades racializadas dentro del colectivo para evitar caer en un activismo que solo beneficie a ciertos grupos. “No podemos olvidarnos de que el racismo y la transfobia son realidades dentro de nuestro propio espacio”, enfatizó.

Mirada hacia el futuro: de la teoría a la acción

El debate concluyó con una reflexión sobre cómo avanzar hacia un futuro más inclusivo. Todas coincidieron en que, aunque se han logrado avances importantes, aún queda mucho por hacer. La clave está en pasar de la teoría a la acción, en construir un colectivo verdaderamente inclusivo que reconozca y valore la diversidad en todas sus formas. Para ello es necesario seguir cuestionando las estructuras opresivas que nos rodean y reconocer que la lucha por la libertad y la igualdad es un camino colectivo.