A vueltas con la renovación sindical

Los sindicatos de clase, y entre ellos la CGT, en su configuración actual deben mucho a la generación que desarrolló las organizaciones sindicales durante la transición y los años 80 del pasado siglo XX, con una labor muy meritoria que es justo reconocer. En los últimos años de la dictadura, esta generación de sindicalistas y militantes se enfrentó a la represión y arriesgó muchas veces la libertad e incluso la vida para acabar con el régimen fascista y para que la clase trabajadora pudiera organizarse con libertad en las empresas y los territorios y así defender una sociedad más justa, con menos desigualdades, pobreza y discriminación. En los años 80, esta generación fue capaz de sobrevivir a la derrota de los proyectos revolucionarios durante la transición, de resistir a las políticas neoliberales del PSOE de Felipe González y de construir nuevas luchas por la paz y contra la guerra y el imperialismo, como el movimiento anti-OTAN.

En los 70 y los 80, las mujeres feministas estuvieron en todas estas luchas y resistencias y además, se enfrentaron a la sociedad machista y a muchos de sus compañeros de las organizaciones de izquierda para defender la importancia del feminismo como elemento imprescindible para cualquier cambio social e incluso para que exista una mínima democracia.

Hoy, cincuenta años después, son otras generaciones las que toman el relevo en los sindicatos de clase, también en los sindicatos de clase combativos y también en la CGT.

Junto a este cambio generacional, ineludible a medida que los compañeros y compañeras más veteranas llegan a una más que merecida jubilación, se hace cada vez más necesaria una renovación de la práctica sindical.

Las estructuras, las estrategias, la cultura organizativa, las dinámicas internas… que hoy forman la columna vertebral de la CGT son el resultado de un esfuerzo colectivo adaptado a la realidad social y laboral de los años 80 y 90 del pasado siglo. 

De la misma manera que la generación anterior que hoy ronda la edad de jubilación por arriba o por abajo se enfrentó a unos retos complicados y fue capaz de crear organización, de generar cambios y adaptarse a las circunstancias del momento, a la generación que en estos años está dando el relevo en la CGT le corresponde trazar su propio camino para enfrentar los retos sociales y laborales actuales. Desde el reconocimiento y el agradecimiento por tanto esfuerzo y tanta lucha a las compañeras más veteranas, y sin renunciar a lo que su experiencia aporta y enseña, necesitamos renovar las estructuras, las estrategias, la cultura organizativa, las dinámicas internas de la CGT. Dando la palabra y el espacio a las compañeras más jóvenes, con el feminismo y el antirracismo siempre presentes para no caer en el paternalismo y en la discriminación, con especial atención a los sectores más precarios, donde más difícil es el sindicalismo y al mismo tiempo donde es más necesario, con la mirada puesta en la colaboración con el resto de sindicatos de clase combativos, tanto los anarcosindicalistas como los que provienen de otras tradiciones, con la voluntad de confluir con y aprender de otras organizaciones sociales, de igual a igual, con generosidad, sin avasallar.

A todo esto le llamamos renovación sindical y es para nosotras, consejo editorial de Libre Pensamiento, una prioridad y casi una obsesión.

A todo esto le dedicamos ya un editorial en el número 114 (verano 2023) y ahora le dedicamos un segundo editorial y un dosier de debate.

Para nosotras, la renovación sindical pasa por poner en el centro cuestiones como el feminismo, el antirracismo, la crisis climática (y su relación con el decrecimiento y el agotamiento de recursos) y las desigualdades territoriales, especialmente a nivel internacional. Todas estas cuestiones deberían ir ocupando un lugar central en la estrategia sindical, en las campañas de acción, e incluso en la estructura organizativa y las dinámicas internas.

Otro elemento esencial de la renovación pasa por centrar la actividad sindical en los sectores precarios, donde hay menos afiliación y es más difícil la organización.

La actividad sindical en general y también la de CGT tiende a centrarse en las secciones sindicales de empresa, especialmente en las de gran tamaño. En una misma empresa es más fácil organizarse y una vez vencidas las primeras dificultades y ataques y cuando la sección ya funciona, el día a día de la empresa te absorbe y te va recluyendo dentro de las paredes de la sección de empresa.

Por otro lado, la necesidad de crecer para sobrevivir a la confrontación con la empresa o incluso con el resto de los sindicatos, a veces nos lleva a crecer de cualquier forma, incluso con un modelo más cercano al sindicalismo de servicios laborales que al sindicalismo de participación y movilización propio de CGT.

Con esta dinámica, muchas veces involuntaria, las iniciativas jurídicas ganan cada vez más protagonismo y la movilización queda en un segundo plano, realimentándose el modelo sindical de servicios.

Al mismo tiempo, la fuerza organizativa de las grandes secciones de empresa es la que en numerosas ocasiones permite mantener en pie la estructura del sindicato en federaciones locales, inter comarcales y confederaciones territoriales, que no se sostienen solas sino que requieren mucho trabajo y militancia.

Aunque desde las secciones de empresa se desarrollen iniciativas solidarias para fomentar la auto organización en otras empresas (grandes y pequeñas) con más precariedad dentro del mismo sector, la mayor parte de los esfuerzos y recursos se dedican, por inercia, a la acción sindical en la propia empresa, porque es ahí donde es más sencilla la acción sindical, así como crecer y lograr mejoras.

El modelo sindical basado en secciones grandes de empresa ha llegado a su límite, quizá es  el momento de explorar nuevos caminos que nos permitan una mejor y más eficaz intervención en los sectores precarizados, cada día más numerosos

De la misma manera que la generación de Salvador Seguí en los años 10 del siglo pasado fue capaz de cambiar el sindicato de oficio por el sindicato de ramo, más amplio, unitario y solidario, quizá este sea el momento de probar con otros modelos centrados en las federaciones locales y sindicatos únicos en pequeños territorios (pueblos, comarcas, barrios-distritos), que ayuden a centrarse en desarrollar el sindicalismo en pequeñas empresas y sectores precarios y a romper el aislamiento de las secciones sindicales. Y de paso, desde este ámbito territorial local, participar en luchas y debates sociales que forman parte de CGT y de sus militantes (feminismo, pacifismo, antiimperialismo, decrecimiento, vivienda, anti racismo anticapitalismo, antifascismo…)

Quizá de esta manera podamos afrontar un problema que es incómodo pero que no tiene sentido ocultar:  la estructura del sindicato espanta a la gente joven, que entiende una asamblea, pero no una telaraña de ámbitos y secretariados permanentes, sin olvidar, al mismo tiempo que existe un problema cultural de desprestigio de la organización y de ensalzamiento de la individualidad, que también tenemos que combatir. 

No tenemos todas las respuestas, ni mucho menos, pero sí tenemos la voluntad de impulsar el debate, de aprender y de contribuir a la renovación sindical de CGT, escuchando a las personas jóvenes, racializadas, atravesadas por tantas discriminaciones, y por supuesto, dialogando con otros sindicatos combativos, y con otras organizaciones sociales con las que coincidimos en muchas luchas.

Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 116 – invierno 2024.