Christian Mahieux. Ferroviario jubilado y militante de SUD-Rail (Solidaires).
Desde mediados de enero de 2023 se han realizado en Francia grandes movilizaciones que han reunido a millones de personas, con huelgas prorrogables en varios sectores y una huelga general en marzo. Se ha constituido una plataforma intersindical nacional que reúne a CFDT, CGT, FO, CGC, CFTC, UNSA, Solidaires y FSU. Es esta una intersindical no revolucionaria, con un fuerte componente afín al “diálogo social”. Es el proyecto de ley del gobierno sobre las pensiones lo que motiva esta extraña unidad de acción sindical y movilizaciones amplias y unitarias que también convocan CNT-SO y CNT en todo el país, LAB en el País Vasco, STC en Córcega y los sindicatos de las últimas colonias francesas como USTKE en Kanaky, UGTG en Guadalupe y CDMT en Martinica
El proyecto de ley de Gobierno y empresarios
Desde hace 30 años, los ataques a las pensiones han sido numerosos, para hacernos trabajar más, hacernos ganar menos, destruir un sistema de pensiones que, si no es perfecto a nuestros ojos, es, sin embargo, vivido por la burguesía como una anomalía dentro del sistema capitalista. A lo largo de los años se repiten las mismas medidas: cálculo de la pensión realizado sobre un mayor número de años de salario, extensión de la duración de las cotizaciones necesarias para una jubilación completa, descuento, aplazamiento de la edad legal, supresión de regímenes más ventajosos que el régimen general, desposeer a los trabajadores de sus fondos de pensiones en beneficio del Estado… etc. El proyecto de ley actual se puede resumir así:
- Aplazamiento de la edad legal de jubilación a los 64 años. Si hace 40 años la edad legal se había reducido de 65 a 60 años, las sucesivas contrarreformas corren el riesgo de provocar un declive de medio siglo en materia social.
- Ampliación del periodo de cotización necesario para beneficiarse de una pensión a tipo íntegro: 43 anualidades. Este es el otro parámetro determinante, porque no basta con tener 64 años, sino que tendrás que haber trabajado ininterrumpidamente toda tu vida. Imposible si tenemos en cuenta los posibles años de estudio, la precariedad de los contratos, los trabajos no declarados que se generalizan y no dan lugar a cotizaciones a la seguridad social, etc.
- Mantenimiento, o incluso empeoramiento, de las desigualdades de género. Mantenimiento, o incluso agudización, de las desigualdades sociales, pudiendo las personas más ricas recurrir a sistemas de pensiones complementarios.
- Supresión de los pocos planes de pensiones más favorables que los del sistema general, que aún existen: industrias de electricidad y gas, RATP (transporte público de París), Banque de France. Uno de estos regímenes emblemáticos fue el de los trabajadores ferroviarios (SNCF): su fin ya está programado por una ley de 2018.
Tras las enormes manifestaciones ¿qué más podemos hacer?
A principios de 2023, la Intersindical Nacional convocó varias jornadas de huelgas y manifestaciones para los días 19 de enero, 31 de enero, 7 de febrero, 11 de febrero, 16 de febrero. La participación fue excepcional, desconocida desde hacía años, no solo en las grandes ciudades sino en muchas localidades de todo el país, dando continuidad al movimiento de los chalecos amarillos, con fuerte arraigo local en todas las regiones.
Una sucesión de manifestaciones no será suficiente para ganar porque no bloquea la economía y, también, porque reúne a personas que ya están movilizadas, en mayor o menor grado. Sin embargo, inclinar la balanza de poder entre nuestro favor supone ganarse a quienes, hoy, no se han sumado al movimiento de protesta colectiva: los trabajadores de empresas donde el paro aún no está en la agenda, los que están en sectores donde creen que “no pueden” ir a la huelga; donde hay necesidad de sentir el apoyo concreto de los equipos sindicales del gran edificio de al lado, a veces en el mismo sitio (subcontratación), necesidad de contar con reuniones con los equipos sindicales locales y su presencia.
La distribución de folletos y debates organizados por los sindicatos locales de la CGT, Solidaires u otros, son fundamentales para construir una huelga general (interprofesional nacional). El apoyo a las huelgas existentes es evidente. En Ile-de-France, por ejemplo, decenas de trabajadores de las filiales de La Poste (Chronopost, en Alfortville en Val-de-Marne; DPD en Coudray Montceaux, en Essonne) están en huelga desde hace más de quince meses; han estado presentes en todas las manifestaciones parisinas desde el 19 de enero. Por el contrario, muy pocos equipos sindicales están presentes en sus manifestaciones y sus piquetes, invitándolos a su propia empresa, o a sus puertas, para popularizar la huelga. ¡Quince meses de lucha es inusual, pero en todas las regiones hay huelgas en las que debemos apoyarnos y con las que debemos presionar!
“Reforzar el movimiento paralizando a Francia en todos los sectores”
La cuestión de la huelga general renovable está en debate en varios colectivos sindicales. Está presente mucho más allá de los pequeños grupos políticos supuestamente radicales que la reclaman criticando a los sindicatos sin ser capaces de organizarla. Es cierto que la Intersindical Nacional no es unánime al respecto, pero varias organizaciones están en esta posición y es un avance indiscutible en comparación con lo que hemos visto en el pasado, durante movimientos sociales similares. Es necesario apoyarse en la unidad intersindical de rechazo a la contrarreforma y plantear las llamadas a la huelga «renovable», «siempre que sea posible», «generalizada», de varias organizaciones interprofesionales nacionales. En febrero, CGT, UNSA, FO, CGC, Solidaires, llamaron a huelga renovable en el transporte público de París (RATP) a partir del 7 de marzo, al igual que CGT y SUD-Rail en el sector ferroviario y la CGT para la recogida de residuos domésticos. La intersindical de educación convocó huelga en escuelas, colegios, liceos, universidades y servicios el 7 de marzo y la Intersindical Nacional llamó a movilizarse en masa el 8 de marzo.
En 2019, muchos restringieron sus huelgas a días de acción nacional, y en gran parte del sector privado (y no solo) ni siquiera hubo un intento real de huelga. Debemos ir más allá, sin perder el tiempo discutiendo “la huelga delegada”, sin organizarla como hacen quienes anuncian fondos de huelga en lugar de organizar la huelga. Por el contrario, desde que se hizo pública la perspectiva del 7 de marzo y dado el clima general, los equipos sindicales han dedicado su tiempo exclusivamente a construir la huelga: primero, en su empresa, y también en torno a él, dentro de la interprofesional local. Si quieres una huelga general, no te puedes limitar a tu empresa o a tu sector profesional. Los vínculos locales entre industrias son clave para ganar. Pero aquí también está en juego el largo plazo: periodos como los que estamos viviendo desde enero traen un mundo nuevo al sindicalismo; los contactos son muy numerosos, la afiliación aumenta… Todo eso hay que estructurarlo, crear o revitalizar los sindicatos locales interprofesionales; aquí, nuevamente, podemos citar lo que hacen varios equipos militantes: comer algo juntos, antes o después de la manifestación; establecer un calendario para la distribución de folletos a algunas empresas seleccionadas; formalizar las designaciones de los representantes de las secciones sindicales; fortalecer las oficinas sindicales interprofesionales… En definitiva, lograr que, en el futuro, seamos más eficaces y, por tanto, más útiles a los trabajadores en la defensa de sus demandas inmediatas y en la creación de las condiciones para la emancipación social.
De las pensiones a la lucha anticapitalista
El tema de las pensiones ilustra cómo vincular la defensa de las demandas inmediatas y alternativas al sistema capitalista. Lo inmediato es el rechazo de la contrarreforma. Es correcto denunciar la reducción de la edad legal de jubilación, rechazar el aumento del número de rentas vitalicias para tener una pensión completa, reclamar que realmente se tengan en cuenta las dificultades, pedir medidas de igualdad entre mujeres y hombres, etc. Rápidamente, todo esto se refiere al reparto de la riqueza; muchos carteles, eslóganes, pancartas, carteles, folletos, destacan los cientos de miles de millones de accionistas, la evasión de impuestos, etc. Surgen dos preguntas: “¿Quién crea esta riqueza? y «¿Cómo se distribuye?»; de ahí llegamos a: “Quienes los producen con su trabajo tienen solo una pequeña parte” mientras que “Son monopolizados por los accionistas, los patrones, es decir, los que no producen”. No se trata de decir que las escandalosas ganancias capitalistas deben financiar nuestras jubilaciones, ya que son nuestros aportes los que lo hacen, lo que significa que debemos administrarlas nosotros mismos, sin los patrones, sin el Estado. ¡Pero, en general, los capitalistas nos cuestan muy caros! Esto mejora la credibilidad de la búsqueda de alternativas.
“La Seguridad Social es nuestra” gritamos en las manifestaciones. Admitamos que nos la robaron hace mucho tiempo. Sí, efectivamente, así fue en el pasado, ¿quién piensa hoy que la Seguridad Social y, por tanto, la jubilación, pero no sólo la jubilación, la gestionan quienes, a través de sus cotizaciones, la hacen existir, es decir, los trabajadores? Sin embargo, ¿qué podría ser más simple de diseñar? El informe presentado por Henri Raynaud al Comité Nacional Confederal de la CGT, en enero de 1947, insistía en tres cuestiones: un fondo único, una tasa única de cotización interprofesional, la gestión obrera sin patrones y sin supervisión estatal. Los tiempos de lucha son tiempos en los que se acelera la conciencia de la explotación y la opresión. Es tanto más importante plantear demandas que saquen a la luz las contradicciones del sistema capitalista, su incapacidad para reformarse hasta el punto de satisfacer las necesidades colectivas y garantizar el futuro del planeta. Unas cuantas discusiones entre huelguistas, unos cuantos debates en asambleas generales bastan para sacar a relucir estas reflexiones y muchas otras. A partir de ahí, es más fácil compartir la idea de que el futuro de las pensiones no depende de cuestiones técnicas, sino que está ligado al cuestionamiento del sistema capitalista.
Lo social hace la política
Otra lección del periodo: como en cada momento de fuertes luchas colectivas de nuestra clase social, la extrema derecha ya no está en el centro de las discusiones. Organizar la lucha de clases, de hecho, es la mejor manera de hacerla retroceder. De ahí los intentos de Agrupación Nacional de volver al panorama mediático con la moción de censura en la Asamblea Nacional. En cuanto a la izquierda, corre detrás del movimiento; sus dirigentes retoman por sí solos las consignas sindicales, pero todos saben que no son ellos quienes han permitido que exista el movimiento actual y sus perspectivas.
Debemos insistir: el sindicalismo es político, no tiene por qué ponerse al servicio de fracciones partidistas y/o filosóficas que, por lo demás, son respetables. El sindicalismo agrupa a quienes deciden organizarse juntos únicamente por pertenecer a la misma clase social. Juntos, actúan entonces para defender sus demandas inmediatas y trabajar por una transformación radical de la sociedad. La opresión ligada al sistema capitalista, la opresión económica derivada de las relaciones de producción y del derecho de propiedad, es común a todos los de «abajo». Aquí es donde se produce la lucha de clases. Ello no impide, por el contrario, considerar que existen otras formas de opresión, por lo que no se trata de jerarquizar, ni entre ellas, ni frente a la opresión económica. Las luchas contra la opresión y por la igualdad, la libertad, etc., también hacen política. La distribución de roles que quiere que el partido se ocupe de la política y el sindicalismo de los temas sociales es un callejón sin salida. Los sindicatos son, o al menos deberían ser, la herramienta de autoorganización de la clase trabajadora.
De la lucha anticapitalista y feminista a las pensiones
La contrarreforma ataca a nuestra clase social. Sirve a los intereses de los empresarios y accionistas. Casi todo el mundo ha entendido esto. No hay necesidad de perder demasiado tiempo y energía discutiendo los detalles. Este es un proyecto social. Para muchos jóvenes “la jubilación está muy lejos”; algunos dicen: “jubilación, no la tendremos”. Pero lo que entienden es que después de quitarnos la jubilación, ¿por qué no quitarnos el seguro médico? O las vacaciones pagadas, y luego el contrato de trabajo y luego el salario. Hay que hacer la conexión entre las reivindicaciones más locales que se arrastran desde hace meses o años, el rechazo a la contrarreforma de las pensiones y la posibilidad de otro futuro. Si febrero está marcado por las vacaciones escolares y estudiantiles, cabe destacar la gran participación de jóvenes en eventos interprofesionales, pero también algunas acciones en el seno de institutos y universidades.
¿El inicio de una huelga renovable el 7 de marzo interfiere con el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo? Por el contrario, debería permitir resituar claramente este día, pero, más en general, las luchas feministas en un marco anticapitalista, en conexión con la lucha de clases. No será “natural”, incluso en los círculos sindicales; pero es un tema importante hacer muy visibles estos vínculos, no considerar como secundarios los diferentes sistemas de opresión, incluido el patriarcado, sino, por el contrario, incluir las luchas que los oponen en el de la emancipación total. Aquí, nuevamente, el ejemplo lo dan los colectivos militantes que, a partir de ahora, organizan giras y sedes sindicales en los sectores más feminizados. Desde un punto de vista histórico, recordemos que, si en el origen de la huelga de noviembre/diciembre de 1995 en Francia estaban las secciones sindicales que convocaron asambleas generales y huelga renovable el 24 de noviembre, al día siguiente se celebró una grandísima manifestación feminista, por los derechos de las mujeres, sus reivindicaciones, sus libertades.
Que viva la huelga de 2023
La huelga de 1995 ha sido el referente durante un cuarto de siglo, emergiendo al filo de todo ansiado movimiento social de magnitud. Fue importante en más de un aspecto, pero tengamos cuidado de no convertirlo en un mito que, al final, asustaría a los más jóvenes, convencidos de que no lo podían hacer “tan bien”. ¡La huelga de 2023 es de quienes la harán!
Este texto es una versión reducida del original publicado en francés en el número 820 de la revista La Révolution prolétarienne en marzo de 2023.
Esta versión traducida se publicó en el Libre Pensamiento nº 115, otoño 2023