Miryam Santidrian y Antea Izquierdo. Sección sindical CGT de telepizza Burgos.
Entradilla:
En los últimos tiempos hemos vivido un cambio en el mundo del trabajo asalariado, el tipo de trabajos a los que accede la juventud actual dista mucho de lo que de lo que conocimos, así como las formas de contratación y las prácticas empresariales, los trabajos precarios son la normalidad: temporalidad, jornadas parciales y horarios que cambian cada día; toda esta inestabilidad se refleja en la falta de salud mental y física. Por esto hoy más que nunca necesitamos reflexionar sobre nuevas formas de sindicalismo y organización para la clase trabajadora.
Desgranando las prácticas empresariales desde nuestras vivencias personales, delivery como ejemplo:
Estamos convencidas de que en los últimos años las grandes empresas han dedicado mucho tiempo y dinero a diseñar nuevas estrategias de explotación y control de las trabajadoras, que han integrado en los métodos de organización del trabajo para que se hagan poco a poco incuestionables, hemos querido nombrar algunas de ellas y desarrollar brevemente varias de sus consecuencias, pero aunque sabemos que la lista es mucho más larga, quizás sirva como ejemplo para comenzar a esbozar estrategias de lucha que mejoren nuestras condiciones.
Control del tiempo
El objetivo de la empresa es que las trabajadoras tengan en la cabeza el trabajo las 24h del día, para ello utilizan prácticas como entregar los horarios semanalmente, los horarios no tienen una estabilidad, cada día el turno es diferente con mucha disparidad, no hay turnos establecidos, pueden ser de 2h como de 9h y las entradas y salidas varían siempre, así como los días libres también lo hacen. Aquí no existen los fines de semana ni los festivos para descansar.
Con excusas tipo “la carga de trabajo varía” al final la empresa está controlando nuestros tiempos y nuestros ritmos de vida cada vez más profundamente, impidiendo que generemos rutinas para cuestiones básicas como comer, dormir o socializar, pues el cuerpo se va descompensando gradualmente y las consecuencias las notamos a largo plazo.
A esto hay que añadirle que se hace “obligatorio” estar en los grupos de WhatsApp donde 24/7 se habla de cuestiones laborales/organizativas, en el mejor de los casos y en el peor se utiliza como herramienta de señalamiento y humillación. No solo te impide desconectar en tu tiempo libre, sino que se ha convertido en la forma útil de comunicación para la empresa, que no tiene que esperar a que cada persona esté en su turno de trabajo para informar de los nuevos protocolos o cambios, sino que agiliza sus tiempos productivos mientras merma nuestra vida.
Además, en todos los contratos, que son de jornada parcial (el contrato estándar son 45h mensuales) te obligan a firmar una cláusula de incompatibilidad, y aunque de momento no conocemos ningún caso en el que haya supuesto un problema compatibilizarlo con otro trabajo, sabemos que en cualquier momento puede ser un pretexto para despedir a quien quieran. Pero más allá de esto, solo el hecho de firmar esta cláusula hace que mucha gente dude a la hora de intentar compatibilizarlo con otro trabajo, aunque sea temporalmente.
Apuntar a conseguir mejoras en cuestiones relacionadas con el control del tiempo, va a permitir que las trabajadoras tengan mayor capacidad de autoorganización, puesto que rompería con estas dinámicas de empresa/secta a la que dedicas todo tu tiempo y que hasta controla tu lenguaje. Mayor tiempo de descanso significa que también tu mente esta más despejada para poder ver toda la explotación y para poder valorar como luchar contra ella.
Aumento de las formas de presión: La tensión como forma de organización laboral
“Cuando hay trabajo hay que ponerse en tensión” me dijeron mi primer día. La traducción clara de esto es poner al límite tu cuerpo, agotarlo tanto mental como físicamente para producir sus beneficios.
Pero todas conocemos el estrés y la presión para cumplir los ritmos de la producción, así que queremos mostrar formas más sutiles que se han ido convirtiendo en norma:
Falta de formación para desempeñar el trabajo; aparentemente parece contradictorio que la empresa no ofrezca una buena formación para que las trabajadoras desarrollemos en buenas condiciones las tareas, porque esto puede repercutir en una producción más baja y menor rendimiento, pero si analizamos el fondo de la cuestión, encontramos los beneficios que saca la empresa y las repercusiones negativas que tiene en nosotras.
Para empezar la empresa tiene un ahorro económico directo, al no tener que pagar a una persona que realice las formaciones y no invertir en las horas de formación de cada trabajadora. Pero, además, sabemos que una persona que no ha sido formada trabaja con mucho más estrés y presión puesto que no tiene los conocimientos necesarios. Esto lleva automáticamente a problemas con los jefes directos que van generando cada vez más culpa y nerviosismo, repercutiendo directamente en la salud de las trabajadoras.
Por otro lado, intentando analizar más de fondo la situación, nos hemos encontrado con muchas compañeras que han dedicado años a un trabajo supuestamente más especializado, sin adquirir los conocimientos mínimos del puesto, y cuando quieren abandonar la empresa se encuentran en una situación en la que no pueden acceder a otros puestos similares en otras empresas con mejores condiciones laborales, porque no tienen los conocimientos y habilidades necesarias.
Creemos que la falta de formación a las trabajadoras es una cuestión deliberada que a la larga beneficia a la empresa en tanto que ayuda a que ciertas trabajadoras queden estancadas en ella, siendo útiles en determinadas tareas, pero sin ofrecerlas a cambio una experiencia que puedan utilizar en el mercado laboral.
Además, nos encontramos con una rotación constante entre los diferentes centros de trabajo, con el objetivo de que no te puedas estabilizar, ni formar redes con las compañeras.
No cubrir a las compañeras que están de baja médica (IT) o de vacaciones, aumentando así la carga de trabajo del resto del personal y culpabilizando de maneras sutiles a quien no está.
Y nos enfrentamos a auditorias constantes y sorpresas solo con el objetivo de fomentar la competitividad, por la falta de definición de tareas en los contratos y convenios que se firman sin ningún tipo de conciencia de clase, mantener la presión y aumentar el estrés laboral.
Todo este tipo de presión para que las cosas se hagan rápido también lleva a cuestiones como la no utilización de Equipos de Protección Individual (EPI): si tienes que descargar y colocar un camión en 30 minutos, no puedes perder 10 minutos buscado y poniéndote los EPIs necesarios. Con esta dinámica, después de un tiempo los EPIs se encuentren en malas condiciones o ni siquiera se dispone de ellos, pero da igual, porque al final nadie los usa, hay que optimizar el tiempo.
A parte de la seguridad laboral, que merece mucha más importancia de la que le podemos dar en este artículo, esa inmediatez que te exigen también se traduce en que las trabajadoras hagan uso de su móvil personal, que pasa a ser un útil de trabajo mientras la empresa ahorra en el pago de internet y en móviles y ordenadores que serían completamente necesarios.
Con esto queremos recalcar que la presión como forma de trabajo se traduce en beneficios económicos para la empresa; no es una cuestión únicamente de mantener la individualidad y la competitividad, que también, sino que amplían sus beneficios mientras merman nuestra salud.
Salario mínimo: Miseria y ocultación
Los bajos salarios no son algo nuevo, aunque creemos que están consiguiendo darle una vuelta más a la miseria de sueldos que ofrecen. En el ejemplo que usamos, en torno a un 80% de los contratos son jornadas de 45h mensuales que conllevan un sueldo de unos 350€ al mes, quizás porque les parece demasiado dinero esta cantidad se divide en dos pagos con unos diez días de diferencia entre uno y otro, cabe decir que es completamente imposible que una persona se mantenga y pueda pagar todos sus gastos básicos con estas condiciones.
¿Qué se oculta detrás de esto? Que muchas veces los pagos están mal, se recibe menos cantidad de la que tenemos que cobrar y si un mes hay una persona que no se da cuenta porque no ha tenido tiempo de pararse a pedir la nómina (porque no te la dan sin pedirla) y hacer los cálculos, pues eso que se lleva la empresa, eso que te roban a ti.
Empresarios invisibles, fondos internacionales e inversores sin rostro
¿A quién nos enfrentamos? ¿Quién es responsable directo de toda esta miseria?
Este tipo de empresas genera miles de departamentos, miles de responsables de pequeñas cosas repartidos en diferentes ciudades, contrata otras empresas para las labores de gestoría, etc. Esto hace que se haga prácticamente imposible llegar a negociar ningún derecho, aunque sea el más básico, siempre hay otro escalón al que nunca llegas.
Este tipo de organigrama empresarial ayuda mucho al desgaste de los sindicatos y de las asambleas de trabajadoras, pues genera desidia, cansancio, alarga los tiempos, genera impotencia, etc.
Si a esto le sumamos el hostigamiento de jefecillos que piensan que van a heredar la empresa y la gran rotación de trabajadoras, debido a las malas condiciones laborales, que dificulta la autoorganización, nos encontramos con el escenario perfecto para triturar sindicalistas.
Por esto tenemos la tarea primordial de generar nuevas formas de lucha, nuevas estrategias sindicales que encajen con las realidades que vivimos muchas de nosotras, de realizar demandas más allá del entorno estrictamente laboral.
Un sindicato contra la precarización
Nuestra estrategia sindical en sectores como este no puede depender únicamente de las compañeras que trabajen allí, tenemos que ir más allá, extender el conflicto fuera de las empresas, buscar alianzas con otros colectivos para dañar la imagen pública de las empresas, lanzar boicots y exigir una renta básica garantizada.
Tenemos que ver la precarización no solo como un conjunto de prácticas laborales, sino como un ataque a la vida en su conjunto. Poner en el centro del debate que las empresas que más precariedad y miseria generan en lo laboral son también las que producen bienes o servicios perjudiciales para la sociedad en su conjunto. Queremos mejoras laborales, si, se hace urgente, pero también queremos decidir sobre lo que producimos.
Necesitamos cambios legislativos que refuercen las bases de los derechos de las trabajadoras, que impidan el despido libre, que aumenten los salarios, que paguen los festivos, que regulen la jornada completa en 30 horas semanales, y a la vez tenemos que tejer redes de solidaridad fuertes, que impidan que nuestras amigas, vecinas, conocidas y compañeras de sindicato no consuman en las empresas que nos explotan, que nos ayuden a difundir el boicot desde todas las ópticas: La solidaridad de clase, el ecologismo, el transfeminismo y el antirracismo. Porque solas no podemos, pero en conjunto podemos destruir todo lo que nos oprime. Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.