María José Jiménez Cortiñas. Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad
El artículo que estás a punto de leer tiene como objetivo provocar el más puro y profundo revulsivo en aquellas personas a las que aún la vida les conserva la sensibilidad, el sentido de la justicia, la solidaridad y por supuesto la sororidad moderna. Además, el articulo busca dar una bofetada con viento sur a la mal nombrada izquierda de este país y de Europa, pretende poner la cara colorada a las feministas guays que se apuntan a todas las campañas chulas en las que los medios de comunicación participan casi heroicamente.
En definitiva, el texto cuenta muy resumidamente -porque podría estar escribiendo y hablando sobre el racismo consentido durante meses- la profundidad del abismo al que se aboca a los gitanos y más concretamente a las gitanas (racismo de Género) con las prácticas constantes que una sociedad moderna, neoliberal, racista, machista, xenófoba, clasista, de privilegio blanco-payo y anti gitana, realiza cada día ante mi Pueblo.
Podemos hablar y definir de todas las maneras y desde cualquier ámbito el antigitanismo de género, nos persigue a diario, pero urge denunciar el sistema que lo genera y alimenta: el racismo consentido.
Empecemos recordando la legislación antigitana. Desde 1499 hasta 1978, se suceden cuatro siglos de discurso, políticas, leyes y medidas orientados a generar y profundizar en el discurso de odio, antigitanismo, rechazo y deshumanización de toda una comunidad étnica (nacional) que ha hecho y hace que lo gitano (hombres y mujeres romaníes) puedan ser objeto de discriminación sin ningún pudor dejándonos a merced de las practicas más destructivas del sistema social, económico, cultural y político. A esto lo llamamos Racismo Consentido. Nos enfrentamos a una forma muy específica de racismo que se ejerce desde cada uno de los ámbitos en los que se sustenta una sociedad: negación de derechos básicos, falta de sistema de garantías negación sistemática de derechos y oportunidades de futuro. Esto es el antigitanismo.
Según la definición del European Roma Information Office, el antigitanismo es un tipo específico de ideología racista, diferente y a la vez interconectada con otro tipo de racismos. Es la ideología basada en la superioridad racial, particularmente persistente, violenta, recurrente y banalizada. El término antigitanismo aparece por primera vez en torno a 1920 y su uso actual se basa en los debates académicos de los años 70-80. En el año 2000 se comienza a usar en las instituciones europeas, reconociendo así que la comunidad gitana es víctima de un racismo específico. La situación actual del Pueblo Gitano en toda Europa está marcada por el antigitanismo. La experiencia común de todas las gitanas es haber sufrido antigitanismo y discriminación.
El antigitanismo es la causa principal de las desigualdades que padece la población gitana. El antigitanismo no solo esta aceptado y/o generalizado en la moralidad de la sociedad, sino que también esta consentido e internamente validado en cada una de las practicas institucionales. Ni que decir tiene que la carga racista interseccional también se padece y sufre, ya que esta forma de racismo específica impacta de una manera violenta y destructiva sobre las mujeres gitanas mediante el racismo de género. La vulneración de derechos y la discriminación se manifiestan de forma múltiple y constante generando una “tela de araña” mortal especializada en asfixiar y oprimir a la totalidad de heterogeneidad de mujeres gitanas desde el mismo momento en el que nos nominamos como gitanas (sujeto político).
Intento de asesinato y humillación, comentarios despectivos, violaciones y vejaciones, esterilización forzosa, esterilización sin consentimiento ni información, propuesta de esterilización, ataques de odio coordinados, pogromos, quema de viviendas, expulsiones, comentarios sobre su persona, persecución en tiendas y centros comerciales, denegación de acceso a locales de ocio, denegación de bienes y servicios, exclusión de grupos sociales, chistes y humor sobre gitanas, acoso y negación de la propia historia, construcción y refuerzo de prejuicios sobre la imagen de la mujer gitana, escasa representación institucional, escasa representación en espacios de poder, escasa representación en espacios participativos y de decisión, esclavitud sexual, esclavitud, persecuciones, sospecha de robo, menor esperanza de vida en mujeres gitanas (de 15 a 20 años), mayor tasa de mortalidad infantil, violencia obstétrica, sobrerrepresentación en las cárceles, a igual delito mayor condena, brecha digital y empobrecimiento, nichos laborales , “suelo pegajoso” (no movilidad laboral ni acceso al mercado laboral), techo de cristal-hormigón, también ante otras mujeres no gitanas (mayora formación, experiencia, pero menor puesto de responsabilidad y salario), falta de confianza, desconfianza, sospecha, denuncias infundadas, temores, miedos ante su presencia, bajas expectativas sobre las alumnas gitanas, bajas expectativas sobre el rendimiento laboral o académico, desprecio, negación a representarse, imposibilidad de acceder a espacios de poder, usurpación de su voz y representación…y un sinfín de cómo el antigitanismo de género afecta a nuestras vidas.
Existen miles de ejemplos de cómo la categoría mujer gitana determina al completo el desarrollo en igualdad de oportunidades de cualquier proyecto de futuro. En esperanza de vida (10 años inferior a la media), en el acceso y derecho a la vivienda (barrios históricamente guetificados donde casi exclusivamente viven gitanos y población migrante), en el derecho y oportunidad de representación pública (¿lo gitano importa en las agendas políticas de este País?), en el derecho y desarrollo de políticas de Igualdad de género y protección contra las múltiples violencias que sufrimos, incluida la de violencia de género (¿ las gitanas importan en las agendas feministas?) en el reconocimiento identitario y su heterogeneidad…
Tal y como dice Angela Davis, “El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas”. Cabría añadir al analizar nuestra situación, que el feminismo gitano añade que las gitanas también.
El sentimiento que me provoca tener que explicar lo evidente es de nausea profunda ya que cada día debemos asumir, como activistas gitanas, que nuestra mochila de por vida es y será el continuar haciendo esta pedagogía ingrata. Esta situación que describo ha provocado que durante los 40 años de democracia la intervención y las medidas para la “inclusión” de las gitanas en el mercado laboral por cuenta ajena se traduzca en medidas de adaptación y homogenización para poder ser contratadas. No han existido políticas públicas ni legislación para la inclusión y fomento de la contratación de la mayoría étnica mayoritaria del país dirigidas a las empresas y convertir a estas en espacios interculturales.
La perversión que ha existido durante estos cuatro siglos de desarrollo continuo de estrategias antigitanas por parte del Estado-Nación, los Cuerpos de Seguridad y la propia Iglesia no ha hecho más que camuflarse en falsos eslogan tanto nacionales como europeos, vendiendo al mejor postor, sobre todo las ONGs payas, que han resultado ser la mayor estafa piramidal al que nos enfrentamos los gitanos y las gitanas. Para estas ONGs, el único éxito consiste en las más ineficaces políticas “integradoras” para el empoderamiento y mejora de la vida de los gitanos y las gitanas. No hace falta ser muy avispado para ver que no se trata de incluir en lo gitano a las mujeres y hombres gitanos pobres. El planteamiento es muy neoliberal y por lo tanto totalmente ineficaz y perjuicioso para todo nuestro pueblo, pero bastante beneficioso para los ingresos y reparto de dinero que genera nuestra exclusión, pobreza y vulnerabilidad.
El representar la diversidad étnica gitana nombrándola en miles de directivas europeas, de programas de promoción, proyectos de inclusión y demás estrategias de inclusión, no significa modificar, trasformar y por supuesto cuestionar la raiz y el origen de esta situación a la que nos enfrentamos. Lo que digo es que no se trata de gitanizar la cuestión, no es ver que existen hombres y mujeres gitanas que sufren de este feroz antigitanismo, no es solo reconocer que todo un pueblo vive bajo las opresiones, discriminación y negación de derechos.
Se trata de una cuestión mucho más compleja que pasa por no seguir sumando identidades, sino por entender y diseccionar cuales son las causas que permiten, justifican y validan que el pueblo gitano siga siendo tratado desde la más profunda repulsa, reduciéndolo a un problema social.
¿Desde donde se están armando las falsas políticas europeas y su perversa aplicación española para la promoción e integración del pueblo gitano? Por ciertos, dos conceptos de lo más colonizador y racistas que persiguen al pueblo gitano desde las democracias.
Pues la respuesta es, desde las lógicas occidentales payas-blancas y los privilegios y para sorpresa de muchos y muchas… es sistémico. Y si dejamos durante un segundo vuestro antigitanismo a un lado y somos capaces de hacer un ejercicio de pensamiento comparativo y extrapolamos lo que estoy diciendo al tema de género, apuesto a que lo veréis más que claro, nítido, ninguna feminista tendría la menor duda.
Ahí va pues el ejercicio:
El capitalismo, la globalización y el patriarcado no nos joden de igual manera a unas y a “otras”. Los cambios y trasformaciones dentro de la lucha de género e igualdad no han venido porque todas seamos estupendas mujeres que trabajamos juntas las relaciones de poder y privilegio desde el que interactuamos con otras mujeres, incluso con los hombres. De ahí que en la mayoría de las prácticas y políticas feministas que se imitan y se instauran como formas de poder, son euro centradas y payo centristas, convirtiéndose en cómplices del racismo.
Recordemos que no serás nunca feminista si no eres antirracista. ¿Cuántas veces nos han dicho “somos mujeres, vamos en el mismo barco” (anulando el componente raza-clase…)?
Así es, puede que vayamos en el mismo barco, pero nosotras vamos de polizontes, en tercera clase o con las ratas. Incluso en ocasiones vamos nadando desesperadas intentando alcanzar el barco.
El complejo entramado que opera en toda la sociedad occidental anti gitana puede explicarse desde esta misma construcción de “lo blanco” como lo bueno, el que determina quien está dentro y quien va fuera, el que adoctrina y enseña, también el que diseña desde los sillones las políticas que van a servir para tratar el “problema social” – lo gitano.
No es posible erradicar el grave peligro que supone el antigitanismo para millones de personas si se continúa con las prácticas políticas, sociales, económicas, culturales y feministas que vienen operando durante siglos en Europa. Es urgente removerlo todo exigiendo un marco capaz de desarrollar una concepción sistémica de la practica antigitana europea y de las ONGs, reorientar la formulación y desarrollo de políticas públicas orientadas a acabar con la compleja quimera del antigitanismo.
El antigitanismo se ha ido adaptando y transformando a lo largo de los siglos y hoy continua vigente tanto en la sociedad como en los poderes públicos. Actualmente al analizar cómo se plantea “la cuestión gitana”, el problema social gitano y las ONG payas, podemos hablar de un marco teórico e ideológico basado en la modernidad antigitana. Se pretende resolver la situación de exclusión, riesgo, pobreza…del pueblo gitano desde un antigitanismo adaptado, transformado y reformado pero que no ha cambiado su visión ni su lógica sobre “lo gitano”. Es así como se continúa perpetuando la misma situación a lo largo del tiempo, sin modificar sustancialmente la situación de todo un pueblo, que recae con especial crueldad sobre las gitanas.
Es momento, no únicamente de revisar creencias y privilegios propios e individuales sino también de denunciar aquellas situaciones de injusticia colectiva, de antigitanismo que perpetúan la situación de discriminación sostenida sobre las gitanas.
[Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 113, Primavera 2023]