La salud mental en la lucha anarcosindicalista

Javier Escudero Pardo – CGT Metal Madrid. Técnico de mantenimiento ferroviario. Licenciado en Psicología por la UCM

Bajo este título se va a intentar responder a dos preguntas: ¿qué podemos hacer los representantes de los trabajadores y los sindicatos ante el incuestionable aumento de los problemas de salud mental causados por las condiciones laborales?, y la otra es ¿cómo inciden los problemas de salud mental en los propios representantes de los trabajadores?

Al mismo tiempo, propongo que las respuestas vayan guiadas por las tesis de una terapia psicológica poco conocida y aplicada, cuyo fundamento coincide con uno de los principios anarcosindicalistas. Se trata de la psicoterapia existencial, que parte de una concepción antropológica del ser humano basada en la libertad, es decir: el ser humano es un ser radicalmente libre, por lo tanto, indeterminado, su existencia escapa y se libera del determinismo de la naturaleza.  Diciéndolo de una forma filosófica, su naturaleza humana no agota su ser, su existencia trasciende su esencia (aunque se asuma que esta libertad tiene sus limitaciones).

Desde esta perspectiva, las múltiples causas de la aparición de psicopatologías en el ámbito laboral tendrían como fundamento explicativo último la percepción de pérdida de algún tipo de libertad. Está claro que cualquier trabajo asalariado tiene un componente de necesidad que ya es un limitante evidente de nuestra libertad. Pero las condiciones que imponen los distintos trabajos todavía agravan más este déficit de libertad como podremos detectar a través de las distintas áreas que analizan las evaluaciones de riesgos psicosociales.

De esta forma la psicopatología tendría como causas la alienación (la expropiación, la pérdida o la renuncia) de la libertad o de algún derecho y la terapia iría encaminada a la recuperación de las libertades perdidas. Dado que nuestra acción sindical también tiene como objetivo el ensanchar las libertades de las personas trabajadoras frente a la opresión de las condiciones laborales cada vez más dañinas, podemos decir que nuestra labor mejora la salud mental cada vez que conseguimos un objetivo.

La herramienta fundamental que tienen los representantes para afrontar estos problemas de salud mental es la evaluación de riesgos psicosociales, que nos permitirá detectar la incidencia real de los factores de riesgo. En el caso de que la empresa se niegue a realizar la evaluación habrá que denunciarlo a la Inspección de Trabajo, ya que ésta, en su criterio técnico, recalca la obligación de los empresarios de proteger contra los riesgos psicosociales y evaluarlos. Mediante esta evaluación vemos, por ejemplo, como el factor “carga de trabajo” (el esfuerzo físico o intelectual o emocional que nos demandan) influirá no solo en la percepción de falta de libertad dentro de nuestro horario laboral, sino también fuera de éste por el agotamiento que condicionará el disfrute de nuestro “tiempo libre”. La falta de autonomía, la incapacidad de controlar la variedad y el tiempo de trabajo, son otros factores que nos hacen percibir esta falta de libertad y causan deterioro en nuestra salud mental.

Pero hay un factor que depende de las relaciones sociales en el entorno laboral y que tiene un efecto demoledor sobre la salud mental. Se trata de las relaciones personales, del apoyo social en el entorno de trabajo y de las relaciones con clientes y usuarias. El aumento de los estilos de mando autoritarios, la verticalidad de las férreas jerarquías, el fomento de la competitividad entre personas trabajadoras diseñadas por la ingeniería de los departamentos de recursos humanos, los puestos que implican estar toda la jornada de cara a las exigencias de los clientes (o pacientes, o alumnado…) y que demandan gran esfuerzo emocional, todo ello hace incrementar de manera alarmante los casos de acoso, discriminación, conflictos interpersonales, el sentirse “quemado” por el trabajo, que acaban por generar problemas de ansiedad muy intensos y pueden desencadenar un trastorno psicológico. La falta de libertad para poder escapar de estas situaciones sería la causa fundamental de estas patologías.

Es aquí donde también podemos introducir la problemática específica de la propia salud mental de las personas que representan a una cantidad mayor o menor de la plantilla de su empresa. Estas personas, además de los riesgos ocasionados por las condiciones laborales, se enfrentan constantemente a estos riesgos psicosociales que tienen que ver con las relaciones sociales. Habrá continuo enfrentamiento con los portavoces de la empresa por el lógico conflicto de intereses, pero los conflictos más dolorosos suelen ser los que se tienen con los propios compañeros, ya se trate de representados, de representantes de otros sindicatos o compañeros del propio sindicato. Estás tensiones sociales también pueden ser provocadas por las demandas a veces exageradas de las personas representadas o por la imposibilidad de desconexión de los problemas sindicales:  negociación de convenios, de planes de igualdad, problemas de PRL, denuncias, juicios, atención a afiliados y otros compañeros a cualquier hora del día…

También en el propio sindicato pueden emerger luchas de poder y entre sindicatos siempre existirá una competencia electoral además de conflictos por las distintas formas de hacer y entender el sindicalismo. Todo ello incrementará un estrés que puede desembocar en algún tipo de trastorno de tipo ansioso o de tipo depresivo. Los y las representantes tenemos que aprender a regular estás tensiones y manejar esta intensidad de conflicto. Para ello será de especial importancia la ayuda y el apoyo entre los propios representantes, aprender a cooperar, para que emerjan los elementos más positivos de la solidaridad y el compañerismo.

Pero lo que finalmente sostendrá al representante parte de sí mismo, de su decisión y de su proyecto. El representante surge de la intolerancia a la injusticia que percibe en su ámbito laboral y decide unirse a un proyecto de lucha sindical. La desigualdad de poder entre empresa y la persona necesitada de trabajo asalariado hace que estas empresas impongan una cadena de mandos y un diseño de puestos de trabajo que hacen percibir el dominio sobre la libertad de las personas trabajadoras durante toda la jornada, imponen unas condiciones de trabajo que destruyen la conciliación familiar y el tiempo personal. Con el aumento de la precariedad laboral y la concentración de oferta de trabajo en mega urbes también están destruyendo para las nuevas generaciones la posibilidad de una vivienda digna y con ello imposibilitan sus planes a largo plazo y su autonomía. Todos los espacios de injusticia que cada vez son más amplios permiten una posibilidad de lucha. Esta elección libre del representante para mantenerse en la lucha que supone representar a otras personas ante la maquinaria empresarial del sistema capitalista y defender los intereses comunes es algo que no proviene de la necesidad sino de una decisión propia que siempre podrá ser reversible (hay libertad para escapar).

Trabajadoras del hogar en la manifestación del Primero de Mayo de 2023 en Madrid. Foto: El Salto

 Por lo tanto, el trabajador asalariado que representa a sus compañeros ante la empresa alcanza un grado de libertad mayor que en la forma de ser solamente un trabajador asalariado, pero, por otro lado, entra en una región de conflicto intenso que debe saber gestionar y donde precisa sentirse respaldado. Ese proyecto de lucha por una mayor justicia (que se realizará como un aumento de libertad para la plantilla en algún aspecto), junto al apoyo de las personas a las que representa y con las que coopera constituirán la fortaleza del representante.

Todas y todos tenemos un límite, y cuando una persona trabajadora o representante cae en algún tipo de trastorno psicológico, tiene muy poca ayuda. Los trastornos de ansiedad tienen su base en el miedo y, como hemos visto, lo amenazante toma múltiples formas. Los trastornos depresivos tienen su fundamento en la tristeza y dolor causados por situaciones de pérdida e impotencia. Estas personas no encuentran por lo general ningún apoyo ni comprensión en sus empresas; normalmente no les atienden las mutuas, aunque se trate de un trastorno causado en el ámbito laboral, la seguridad social solo ofrece un tratamiento a base de psicofármacos. Estas personas pueden no tener capacidad económica para pagar una terapia psicológica privada. Tras tres o cuatro meses de baja, sin un tratamiento efectivo, son devueltos a sus centros de trabajo donde no ha habido ninguna modificación de las condiciones que le causaron el trastorno. Las mismas empresas, en muchas ocasiones, tratarán de quitárselos de encima por considerarlos una “persona problemática”.

Movilización en Madrid durante la huelga general contra el genocidio en Palestina, 27 de septiembre de 2024

Ante esta situación nuestro sindicato (CGT Metal Madrid) ha puesto en marcha un plan de actuación. Primero se organizó un taller de tipo informativo y participativo sobre salud mental al que asistió un buen número a afiliadas y afiliados donde se comprobó que la incidencia de esta problemática era alta; por ello se quiere continuar impartiendo estos talleres donde lo fundamental es compartir las experiencias. Posteriormente se está ofreciendo un servicio personalizado que sirva de orientación para aquellas personas afiliadas a nuestro sindicato que sufran alguna problemática de salud mental causada por su trabajo. También tenemos intención de preparar cursos de formación para representantes ya que estos son fundamentales a la hora de exigir a las empresas estudios psicosociales y que se tomen las medidas para solucionar los problemas detectados y también para orientar a las personas con problemas psicológicos, así como para intervenir en una vuelta segura de estas personas a la empresa.

Sin embargo, lo que más ayudaría a paliar los problemas de salud mental causados por el trabajo es una acción sindical que consiga acabar con la precariedad en el trabajo, que consiga mejorar las condiciones de éste y, especialmente, que avance hacia la jornada de 30 horas que defiende CGT y que liberaría mucho de nuestro “tiempo libre”, y, por supuesto, el lograr una renta básica universal liberaría en buena parte la condición de necesidad que implica el trabajo asalariado.

Bibliografía

Manuel Villegas Besora. “El análisis existencial: cuestiones de método”. Revista de Psiquiatría y Psicología Humanista, nº25, 1988, pp.  55–94.

Criterio técnico 104/2021 de actuación de la Inspección de Trabajo en riesgos psicosociales

Joan Benach. Precariedad laboral y salud mental: conocimientos y políticas. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales-IMSERSO, 2023.

FESIM-CGT. Por las 30 horas, recupera tu vida. Ponencia presentada a la Conferencia Sindical de CGT, 2024.

Este artículo se publicó en Libre Pensamiento n º 119, otoño 2024.