SILVIA, un sindicato libertario de vigilantes de seguridad nacido del 15M.

Sergio Sánchez Vázquez, secretario general del sindicato SI.L.VI.A.

El sentido del trabajo de las vigilantes de seguridad

Todas las personas trabajadoras del sector servicios realizan tareas importantes para el resto de la colectividad, y dar seguridad a la ciudadanía es un servicio necesario; la cuestión es cómo se realiza. Hay una parte del trabajo de la vigilante de seguridad que no aporta a la sociedad, que sólo sirve a quien tiene dinero para contratarle, pero hay otra parte muy amplia que se dirige a la protección de todas las personas que se encuentran en el área objeto del servicio, y además de la realización de intervenciones humanitarias, en accidentes, indisposiciones físicas y múltiples de situaciones de riesgo para las personas, hay que tener en cuenta que detrás de cada delito que se realiza sobre las personas hay una víctima que debe ser socorrida, incluso impidiendo si es posible ese delito y alguien tiene que hacerlo.

 Incluso en una sociedad libertaria autogestionada como la que queremos impulsar, por mucho que se trabaje la concienciación de cada individuo no todo el mundo va a ser bueno, siempre habrá elementos dispuestos a hacer el mal, y humildemente he de reconocer que no tengo respuesta sobre cómo evitar eso, desde un punto de vista libertario.

Incluso en la acampada del 15-M  de la Puerta del Sol existía la llamada Comisión de Respeto, que no era otra cosa que compañeras con chalecos reflectantes con identificación específica que paseaban en parejas por el interior de la acampada para gestionar los conflictos que pudieran ocurrir, y de hecho ocurrían. Y estas personas eran rechazadas por una parte del 15M por considerarlas una especie de policías domésticos y por tanto represivos, que empañaban la promulgación de los valores que se pretendían. Todos los trabajos de servicios son importantes, también el de vigilante, al menos hoy por hoy; un día, cuando esta sociedad haya avanzado lo suficiente veremos a ver.  

El trabajo de seguridad y los derechos humanos

Cuando un vigilante de seguridad interviene en la protección de una persona de forma activa ante la comisión de un delito del que es víctima está protegiendo sus derechos humanos, como son por ejemplo, el de su dignidad, su integridad física e incluso en ocasiones su vida; la cuestión es que también debe actuar protegiendo los derechos humanos del supuesto agresor, además de también los suyos propios, y existen herramientas sobradas para ello.

Otra cosa es que se aplique esa visión, algo difícil con las enseñanzas represivas y con alto componente fascista que se prodigan en academias y cursos de formación. En el sindicato SI.L.VI.A. hemos dado ya talleres de formación a nuestra afiliación pertenecientes al sector de la seguridad, sobre formas de intervención basadas la concienciación del respeto a los derechos de las personas afectadas.

Por otro lado, la Ley obliga en último término a las vigilantes a poner a quien cometa un delito a disposición de la Policía, para que a su vez la ponga a disposición de los jueces, en un entramado impuesto por el Estado, que sistemáticamente vulnera los derechos de todas las personas; pero también hay que tener en cuenta que detrás de cada delito hay una víctima a la que también se vulneran sus derechos.

Cómo parar a la ultraderecha en el sector de la seguridad

Desgraciadamente la influencia de la ultraderecha en el colectivo de los vigilantes de seguridad es abrumadora; es aterrador convivir con esta realidad a diario; es cierto que también hay muchas compañeras en el sector que tienen una mentalidad honesta, pero aun así, la intensidad de la  contaminación ultraderechista es brutal y es muy difícil para una mente neutra poder sustraerse aunque fuese parcialmente a ciertos discursos demagógicos machacones de forma constante.

En esas condiciones, la actividad sindical está contaminada, ya que por naturaleza la derecha es antisindical, y si es extrema, el odio al ejercicio de ese derecho llega al delirio; así pues, las personas trabajadoras de seguridad que esperan una respuesta sindical a sus problemas laborales tienen como suele decirse, al zorro cuidando las gallinas; muchas de esas trabajadoras, que previamente ya aborrecen el ejercicio sindical, se encuentran con que en su caso las pésimas actuaciones de sus representantes vienen a darles la razón, con lo que se produce un círculo vicioso.

La mayoría de las vigilantes ni siquiera están afiliadas a ningún sindicato porque los aborrecen y así se quedan a merced de la ley del más fuerte. Es un panorama desolador, y humanamente, la verdad, también se quitan las ganas cuando te relacionas con algunos personajes. Por ello, SI.L.VI.A., como sindicato anarcosindicalista y antifascista que es con todas sus consecuencias  según obra en sus estatutos, entiende que las actuaciones que contradigan los valores del sindicato son causa de inadmisión e incluso de baja; o dicho en otras palabras: no se admiten fascistas porque ni los queremos ni tampoco sería posible trabajar con ellos en nuestra línea;

En realidad SIL.VI.A. nació dirigido a personas vulnerables tales como trabajadoras procedentes de otros sectores que por diversas causas han aterrizado ahí, mujeres, inmigrantes, o simplemente compañeras ajenas a ideologías que por múltiples causas son pasto de toda clase de abusos en ese entorno laboral. Conforme a esas premisas estatutarias, SI.L.VI.A. realiza sindicalismo combativo contra la ultraderecha en el sector y no nos ha temblado el pulso para denunciar socialmente mediante comunicados internos y públicos cuando hemos detectado casos de malos tratos a ciudadanas por parte de vigilantes indigno.

En casos como el maltrato a un viajero racializado desalojado de un tren de Renfe con malos tratos en la estación de Atocha, otro desalojo similar de otro ciudadano, también racializado, siendo éste arrastrado por las escaleras mecánicas en el intercambiador de la Av. de América, o haber destapado en prensa el caso de un inspector de seguridad de Renfe que en su época anterior de vigilante había sido condenado en sentencia firme por dar una paliza a un viajero al que dejó en coma y en vez de ser inhabilitado por ello como previene la Ley,  Renfe le mantuvo varios años con funciones de mando sobre los propios vigilantes que trabajaban para esa entidad.

La precariedad en el sector de la seguridad

Las empresas de seguridad son empresas de servicio a otras empresas, públicas o privadas; eso significa que las vigilantes trabajan para terceros: sus clientes, y lamentablemente el convenio del sector no confiere a este personal ningún derecho sobre el puesto de trabajo y por si fuera poco otorga a las empresas una amplio poder sobre sus empleados. Son habituales los traslados de un puesto a otro al capricho de las empresas, lo cual se utiliza como elemento de coacción e incluso como una forma ilegal de sanción. Esto provoca que nuestras afiliadas tengan que recurrir a piquetes o a otras formas de acción directa para defender sus derechos vulnerados.  

Por otro lado, es normal que jefecillos e incluso empleadxs sin rango de los centros de trabajo en los que las vigilantes prestan sus funciones  se dediquen también a darles órdenes sin tener la más mínima noción sobre seguridad, lo cual está prohibido por la Ley de Seguridad Privada e incluso se les exige hacer actos manifiestamente ilegales y ajenos a sus funciones. Así se maltrata y se precariza la persona trabajadora y se perjudica a la ciudadanía, bien privándola de una protección efectiva que debía darle el vigilante si se le está ocupando en otros menesteres o está haciendo mal su trabajo, o lo que es peor: convirtiéndole en un matón en caso de conflicto con terceros si se le obliga a actuar fuera de las previsiones legales.

Las mujeres y la discriminación de género en el sector de la seguridad

La extensión de la ultraderecha entre las personas trabajadoras del sector hace que el machismo y la discriminación de la mujer sean realidades habituales. Los abusos laborales machistas y los micromachismos son constantes, y la mujer que ante esto sale respondona es objeto seguro de feroces casos de acoso laboral realizados en jauría por sus propios compañeros. En nuestro sindicato hemos tenido varios casos de ese tipo a los que ha habido que hacer frente en un entorno extremadamente hostil para ello; para nosotras la defensa de las mujeres, así como de las personas inmigrantes es una absoluta prioridad y en esos casos de acoso laboral por parte de compañeros en cuadrilla hemos actuado siempre con contundencia, sobre las empresas y sus jefecillos  y también sobre los compañeros implicados  no sólo con las herramientas administrativas que nos procura la legalidad, que en la mayoría de los casos ofrecen una respuesta muy pobre o nula debido a manifiestos vicios de que adolecen las dinámicas jurídicas, sino también con otras como la acción directa, el señalamiento y el escrache contra los acosadores, que esto suele ser más efectivo y de ordinario fuerza a las empresas a la negociación y la búsqueda real de solución al problema.

 El origen de SILVIA

SILVIA surgió en Madrid de forma paralela a la eclosión del movimiento 15-M en el año 2011, haciendo propios los esquemas de las Asambleas populares en los centro de trabajo; y como sus ideólogos éramos de mentalidad libertaria decidimos que debía tener naturaleza anarcosindicalista, pues tres de ellos teníamos inquietudes y relaciones con movimientos ácratas. Al principio sólo era una especie de movimiento sindical asambleario organizado al albur de la necesidad de apoyo social de un delegado de comité de empresa independiente; posteriormente  decidimos la necesidad de tener personalidad jurídica y así se fundó el sindicato;  La implantación de estos tintes supusieron un auténtico problema y un escándalo en las empresas en las que empezábamos a tener presencia; los jefes de algunas de ellas, en su delirio fascista llegaron a reunirse para decidir acudir a la Unidad de Seguridad Privada de la Policía a fin de pedir la aberración jurídica de que se inhabilitase como vigilantes de seguridad a nuestras afiliadas por serlo de un sindicato anarquista que además tenía su sede en un centro social okupado; ignoro si llegaron a intentarlo, lo que en su caso les hubiera supuesto un ridículo espectacular. 

Actualmente tenemos implantación además de en Seguridad, en Hostelería, Enseñanza, servicios de empresa (monitoras de colegios y tiempo libre), pensionistas y trabajo de exclusión (manteros, vendedoras callejeras, artistas callejeras, etc)

El sindicalismo de SILVIA

En un sector donde el verdadero sindicalismo brilla por su ausencia nosotras simplemente hacemos  labor sindical con todo lo que ello conlleva, eso sí: en un espacio muy reducido al ser un sindicato muy pequeño; no podemos convocar huelgas, no podemos intervenir en conflictos colectivos… son nuestra limitaciones, pero SI.L.VI.A es nuestro pequeño espacio protegido. Protegido, tal como dice nuestro lema, para cualquiera que no profese tintes incompatibles con nuestra ideología libertaria; SI.L.VI.A. siempre ha funcionado sin cuota económica y con el soporte del trabajo transversal y solidario de la afiliación, conectada mediante una asamblea permanente en un grupo de whatsapp y en forma de comisiones de trabajo, con una asesoría jurídica formada por compañeras con formación en ese campo y con la inapreciable colaboración de abogadas solidarias y la utilización del servicio de orientación del Colegio de Abogados. Tenemos un teléfono de guardia permanente las 24 horas y una comisión de asistencia para acudir presencialmente a socorrer a cualquier afiliada que lo necesite. En una ocasión en una de esas asistencias la Policía, que también acudió, nos denunció con la Ley Mordaza, ganando nosotras posteriormente el recurso que interpusimos.Las relaciones con otras organizaciones y movimientos

Desde SILIVA trabajamos nuestra acción social en la calle en movilizaciones diversas junto a distintos colectivos y desde el principio hemos estado integrados en  plataformas de acción ciudadana tales como NO Somos Delito, Marea Básica, Movimiento Antirrepresivo, Golpe a la mafia, y otros, de quienes hemos recibido apoyos diversos sobre todo en forma de asistencia a nuestras acciones sindicales de acción directa, piquetes y demás,  y a nuestra vez les hemos dado el nuestro con nuestra adhesión, participación e implicación en sus convocatorias, con asistencia técnica y jurídica, ayuda en los dispositivos de seguridad y servicios de orden en manifestaciones, mediación con la policía, y recursos de sanciones, impartición de talleres didácticos sobre  Ley Mordaza, derechos laborales y otras cuestiones, etc., todo ello realizado por supuesto de forma voluntaria y no remunerada.

Alternativas al modelo de seguridad ciudadana de la derecha y la ultraderecha

Vivimos en un modelo social basado en el miedo: miedo a perder el trabajo, miedo al jefe, miedo al banco, a no poder pagar la hipoteca o el alquiler, miedo a que nos desahucien de nuestra vivienda, a que nos multe o nos apalee la policía, miedo a las leyes represivas, la Ley Mordaza, e incluso miedo a otras personas que pueden abusar de nosotras en un entorncada vez más basado en la ley del más fuerte…

Para la izquierda el modelo de seguridad debe estar basado en la garantía efectiva de protección de los derechos: a la vivienda, al trabajo, a la dignidad ciudadana, etc., especialmente de las personas y colectivos más vulnerables; un día esa seguridad ciudadana sustituirá al modelo de seguridad represiva existente basado en falsas y artificiosas necesidades que es el que se aplica en la actualidad; el Estado debe dedicarse a impulsar la concienciación, la educación y la formación en valores ciudadanos en vez de mantener embrutecida a una población que únicamente entiende de represión en forma de multas, detenciones y cárcel, como ficticia solución a los problemas de la sociedad. Las vigilantes de seguridad deberán actuar en ese nuevo modelo aplicando soluciones a los conflictos en sus espacios de trabajo que garanticen “los derechos y libertades de la ciudadanía” pero de forma real, una frase hecha que existe hoy día, pero vacía actualmente de contenido que el Estado vende como humo.

Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 114, verano 2023