Sindicalismo, seguridad ciudadana y ultraderecha. Un debate incómodo pero necesario.

Gonzalo Wilhelmi. Coordinador de Libre Pensamiento.   

Para la mayoría de nosotras, las experiencias con vigilantes de seguridad y policías han sido malas o muy malas. Al igual que muchas otras personas, hemos recibido agresiones de vigilantes y policías cuando ejercíamos nuestros derechos de manifestación, de huelga o de participar en piquetes.  A pesar de estas malas experiencias, consideramos necesario reflexionar sobre la participación de vigilantes de seguridad, policías municipales y personal funcionario de prisiones en una organización anarcosindicalista como la CGT.

Melchor Rodríguez García

Policías y directores de prisiones de la CNT

Aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, en la historia de la CNT encontramos varios ejemplos de intervención sindical desde estos colectivos.

Tras el golpe de Estado de 1936, la CNT dirigió en Catalunya una fuerza policial (las Patrullas de Control, dependientes del Comité Central de Milicias Antifascistas) y se responsabilizó de las prisiones de Madrid a través de Melchor Rodríguez, que tuvo un papel heroico en la defensa de los derechos humanos de los presos franquistas en una situación muy complicada, con el fascismo a las puertas de la ciudad.

A finales de los años 70 del pasado siglo XX, durante la transición, la CNT contactó con un colectivo de policías municipales de sensibilidad libertaria interesados en integrarse en la central anarcosindicalista. Sus principales reivindicaciones eran la negativa a llevar armas de fuego y la defensa de un modelo de policía municipal democrática y respetuosa con los derechos humanos, lo cual chocaba frontalmente con la realidad de los cuerpos represivos de la dictadura.

En esos mismos años, la CNT y otros grupos libertarios fueron el principal apoyo de la Coordinadora de Presos en Lucha, la famosa COPEL, que luchaba por la reforma del sistema penitenciario fascista, por la amnistía y por el respeto a los derechos humanos en las cárceles. En los momentos de mayor represión, la COPEL sobrevivió gracias al apoyo de una minoría de funcionarios de prisiones, que se enfrentaban a sus compañeros y jefes torturadores y que avisaban a los abogados de los aislamientos y los traslados.

Garantizar derechos y libertades, enfrentarse a la represión

La afiliación de vigilantes de seguridad, policías municipales y personal funcionario de prisiones es importante porque de su actuación diaria depende muchas veces que los derechos que están recogidos en las leyes existan en la realidad y no se queden en una mera declaración sin efectos prácticos.

Es importante que vigilantes, policías y personal funcionario de prisiones realicen su labor desde el respeto a los derechos humanos y la preocupación por proporcionar seguridad, especialmente a los colectivos que sufren mayores vulneraciones de derechos y violencia como mujeres, inmigrantes, personas LGTBIQ, o racializadas.

Es importante que vigilantes, policías y  personal funcionario de prisiones se opongan a la práctica de la tortura y a la represión.

Este enfoque antirrepresivo de la labor de vigilantes, policías y personal de prisiones no siempre es mayoritario y por eso desde CGT deberíamos apoyar a las personas de estos colectivos que entienden su labor como un servicio público necesario en la sociedad actual y que comparten los valores de CGT.

La seguridad ciudadana es una realidad compleja que no se resuelve solo con medidas policiales sino sobre todo con medidas sociales. Delegar todos los aspectos de la seguridad en manos de la policía es sin duda una estrategia equivocada, pero mientras existan vigilantes, policías y funcionarios de prisiones, es importante que su labor se oriente a proporcionar seguridad y no a reprimir y nos interesa apoyar a quienes desde dentro de estos colectivos defienden esta posición, muchas veces sufriendo discriminaciones y acoso por parte del resto de la plantilla con una concepción de su trabajo más represiva y con posiciones más cercanas a la ultraderecha.

Combatir a la ultraderecha y cuidarnos

La ultraderecha tiene una gran influencia entre vigilantes, policías y personal funcionario de prisiones. Les resulta relativamente sencillo extender sus propuestas del uso indiscriminado de la violencia, de ensañarse con los colectivos más vulnerables y de sacar lo peor que cada persona lleva dentro.

Si desde la CGT no contribuimos a ofrecer una alternativa que defienda los derechos laborales y un enfoque no represivo de las labores de seguridad basado en los derechos humanos, le estamos dejando el camino libre a la ultraderecha para que se presente como la única que defiende a estos colectivos. Y si la ultraderecha es la única que defiende a estos colectivos, ¿a quién van a escuchar? La respuesta es obvia.

En los últimos años los distintos gobiernos del PSOE y especialmente del PP han puesto en marcha una estrategia represiva contra las organizaciones sociales de izquierda para recortar o incluso eliminar derechos y libertades fundamentales, como el derecho de manifestación o la libertad de expresión. Cientos de sindicalistas (de CGT y de otras organizaciones) han sufrido procesos por participar en piquetes durante las huelgas generales y varias han acabado en prisión, entre ellas varias compañeras de CGT.

Todo parece indicar que esto va a continuar, a pesar de que se haya derogado la ley que en la práctica establecía penas de cárcel por participar en piquetes. Es muy posible que sigamos ingresando en prisión por participar en piquetes, por impedir desahucios, por defendernos de agresiones de la ultraderecha o de la policía o simplemente por manifestarnos.

Cuando llegue esta situación, nos vendría bien que el personal de prisiones, que tiene mucho poder para mejorar o empeorar la vida dentro de la cárcel o incluso para los progresos de grado, no sea de ultraderecha, sino que respete los derechos humanos y no tenga una visión represiva de su trabajo.

Luchar contra la precariedad

El colectivo de vigilantes de seguridad es uno de los más precarios y con peores condiciones laborales y sufren de forma habitual jornadas interminables, salarios de subsistencia, y en algunos puestos, condiciones infrahumanas.

En algunos sectores, desgraciadamente, las vigilantes de seguridad son necesarias para que otras personas puedan hacer su labor con seguridad. Trabajan codo con codo con el resto del personal, pero con unas condiciones peores. En algunos sectores, desde CGT hemos tenido que denunciar a la Inspección de Trabajo situaciones verdaderamente inhumanas, como garitas sin ventilación donde se sufrían golpes de calor o puestos de trabajo en medio de la nada sin agua, ni sombra, ni techo ni locales de aseo.

Lo mínimo que debe hacer un sindicato de clase es interesarse por este colectivo.

Establecer límites, porque no todo vale

Ciertamente, se trata de colectivos sensibles, porque de su actuación depende muchas veces que existan derechos y libertades fundamentales. Por este motivo, es necesario establecer claramente y con suficientes garantías que la afiliación de estos sectores se comprometa con los valores y principios del sindicato, especialmente con el rechazo de la tortura, el respeto a los derechos humanos, el rechazo al racismo, al fascismo, a la homofobia y a la transfobia.

Aceptar la realidad para poder transformarla

En las profesiones relacionadas con la seguridad, la ultraderecha tiene mucha fuerza, pero no todas las personas comparten esta ideología. En todos los colectivos hay personas trabajadoras con planteamientos de clase, de democracia radical, incluso libertarias, que muchas veces son acosadas por defender los derechos humanos y una seguridad no represiva, hasta el punto de ser inhabilitadas o incluso procesadas con montajes policiales perpetrados por sus propios compañeros y jefes.

Más de veinte años después de la resolución del XIV congreso confederal de Valladolid de 2001, donde se rechazaba la afiliación de este colectivo, quizá ha llegado el momento de debatir sobre la posibilidad de que estas personas puedan contar con la CGT y puedan organizarse en la CGT. En el sector de la seguridad, ya existen dos sindicatos libertarios: el Sindicat de Treballadors de Seguretat de Catalunya y en Madrid, el SILVIA, Sindicato Libertario de Vigilantes y Auxiliares, al que es habitual encontrarse en todo tipo de movilizaciones sociales y laborales.

Con el tiempo y si trabajamos bien, los mismos sectores podrían aflorar y organizarse en la policía municipal y entre el personal de prisiones, uniendo la mejora de las condiciones laborales con un modelo de seguridad no represivo y basado en los derechos humanos. Es un debate incómodo, pero necesario, porque es mucho lo que está en juego.