Senderos de vida

María Magdalena Villa Martínez. Sindicato Federal Ferroviario de CGT.

El haber nacido en un lugar lleno de árboles, viento y mar, ubicado en una esquina de la selva tropical y un volcán lleno de elementos medicinales, me dio la posibilidad para abrir las ventanas de mi ser y volar libremente por el mundo. Leer al amparo de los frutales fue la tabla de salvación para comprender que a medida que crecemos nos damos cuenta de la existencia y su realidad, que no todo es un sueño de duendes y atípicas mariposas.

Sí, haber nacido en Colombia fue una gran suerte, pero también una lanza para aposentar la existencia en otros lugares, en otras tierras españolas. Mi padre y mi madre gestaron en mis entrañas la semilla de la cultura y mi inquietud por las letras, la música, la pintura, la danza, la historia, la filosofía, la literatura en general, los cuentos; a ellos debo mi amor y respeto por la vida y su poesía. Tengo presente que la conciencia es la brújula humana, y estar en paz consigo mismo aparte de ser un reto muy personalizado, es una maravilla ambulante.

Establecer ese vínculo de empatía con el prójimo no tiene precio alguno, ya que cuando alguien intenta traspasar ese límite, que es una pequeña línea divisoria entre el bien y el mal, e inclina la balanza hacia lo negativo, hay que saber discernir y equilibrar el peso de la conciencia con su verdad por delante o su mentira a cuestas.

Somos los únicos estabilizadores de nuestra propia armonía y hacer el mal, no lleva más que a la decadencia humana. Convertirnos en seres de luz, ayuda para que nada pueda dañar nuestra esencia. No podemos dejar pasar los días banalmente, para luego vernos en una tarde del presente eterno lleno de sorpresas e inquietudes, sin poder tener soluciones a los avatares de la vida.

Admito a las experiencias cómo un ciclo más de vida que pasa, y que me sirven de crecimiento personal, para adquirir sabiduría, humildad y silencio interno. Nada es efecto de la casualidad, todo es producto de la causalidad. En este viaje de lo que llamamos vida, somos segundos en el tiempo eterno.

Defiendo la cultura y el arte, porque es lo único que no pueden arrebatarle a las personas, porque lo llevan consigo y en lo más profundo de sus entrañas y cuando me voy de un lugar, algo intangible llevo de allí, por eso digo a mis buenos compañeros y compañeras, que nunca digo adiós sino hasta luego, porque el adiós es para siempre y segura estoy que los visitaré para tomarnos un café y es una opción muy divertida, aparte de que las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para reírnos y sentir el olor de los jazmines.

¿Qué es la justicia social, ante la inmigración?

La justicia social es la igualdad de oportunidades, equidad y equilibrio. Es un deber del Estado procurar el bienestar entre las personas, a favor de los más desprotegidos.

En los derechos humanos es imprescindible la equidad, para que cada persona pueda desarrollarse libre y en paz, saque beneficio de sus potenciales positivamente y no sea una carga para el entorno que le sostiene. Se deben eliminar esas barreras absurdas que enfrentan a una sociedad, del color y raza que sean.

Para que exista una verdadera justicia social se debería promover el reparto equitativo de los bienes y servicios, garantizando los gobiernos esas prácticas; al fin y al cabo es acabar con la pobreza y la desigualdad para conseguir el pleno desarrollo de la humanidad. Una misión casi que imposible, cuando las grandes depredadoras empresariales y sus avaros dueños, exigen el máximo esfuerzo por el mínimo valor económico, explotando, amedrentando y llevando casi a la muerte a sus empleados, para luego despedirlos inmisericordemente alegando pérdida de beneficios y robarles más de dos décadas de trabajo, dedicación y vida, lo cual conlleva a que se sigan beneficiando mucho más, con los contratos basura.

¿Entonces dónde les queda la ética profesional? ¿Dónde les existe la más leve humanidad, a los lacayos pendencieros? ¿Dónde tienen la educación y los valores éticos y morales, las personas contratadas, para perseguir, abochornar, humillar, maltratar, amenazar y amonestar a un colectivo que lo único que hace es trabajar de sol a sombra, para llevarse el pan a la boca honradamente?

Desde mi experiencia de haber nacido en otro lugar muy lejano (Colombia) y teniendo la nacionalidad española, veo en ocasiones cómo todavía se crean brotes, (en pequeñas cantidades) de rechazo hacia otras nacionalidades, aún entre las mismas, ese odio hacia los pobres y no a los ricos explotadores, que compran conciencias.

Si en una sociedad avanzada como la nuestra, se vulneran los derechos humanos, entonces estamos condenados a ser víctimas si callamos y aplaudimos las injusticias, y a quienes defienden sus derechos se van a engrosar el listado de los parados, de los desempleados, de los marginados.

Las grandes empresas basan su economía y se enriquecen estafando al más necesitado, a todos aquellos y aquellas que por circunstancias de la vida no han logrado ser autónomos o simplemente salieron de sus países natales a buscar un futuro mejor para sus familias y dejaron parte de su corazón dividido.

Ningún ser humano es ilegal y es sumamente vergonzoso cuando vemos que estos sistemas corruptos cada día son más despiadados. Existen empresas que con algunos de sus subalternos de turno, son sumamente déspotas y abusadores, seres tan desalmados, maleducados y poco profesionales que no respetan los derechos humanos y laborales, pasando por encima de toda conducta positiva de ser persona buena o tener don de gente honesta.

En la danza de las personas sabias, la humildad debe primar en el corazón de los mortales. Por todas las hijas, los hijos, ancianos y ancianas, por toda la especie humana, animal y vegetal que son la esencia de la vida, debemos seguir luchando, porque a pesar de las denigraciones culturales de los que llegan, de los que se van, no debemos culpar al más desprotegido de las debilidades, de las decadencias que señalan los lamentos del corazón. No debemos culpar a la inmigración de los caminos equivocados que toman algunos seres impresentables y ansiosos de poder, no debemos originar más odio en el mundo, no debemos culpar de los accidentes a quienes no tienen la capacidad de reacción y han sido enviados directos al matadero de las emociones; ante el peligro de un incendio el alma recurre a una fuerza poderosa y vuelve a la fe en algo, retorna a la esperanza, se renueva y sigue avanzando de una forma fulgurante.

Por todos los ancestros que desde hace mucho tiempo están seguros en el espacio infinito, por todos los descendientes que tal vez sueñan tener o ya tienen, jamás desistan de sus sueños por muchos obstáculos que les pongan en el camino. Redescubre la belleza humana, que a pesar de sus debilidades puede el bisturí de la educación y la cultura moldear, permitiendo que te adaptes a una nueva sociedad. No todo lo que llega es malo, no todo lo que se va es bueno.  No permitan que pese a todos los discursos del no razonamiento enfoquen vuestras vidas para el lado oscuro del corazón, que aunque les digan todo lo contrario a sus convicciones y sean criticados o les hagan el vacío, todos han nacido de un vientre con sabiduría en el cuerpo, en las manos, en su ser, en sus entrañas, en sus almas y aunque existan capacidades diferentes, hacer con ese legado maravilloso y valioso la chispa dorada de la existencia. Por toda la humanidad entera, es que aún sigo creyendo que todavía podemos salvar al mundo de las injusticias y sus barbaridades.

Por la mayoría de las personas, por las grandes abuelas, madres, padres, hijos e hijas, profundicemos en lo que significa estar lejos del país que te vio nacer, del hogar y la familia y entendamos de una buena vez, que la inmigración no es mala, todo lo contrario, hace que florezcamos, nos aporta también conocimiento y cultura, no podemos seguir creyendo lo que vemos en la prensa amarillista que solo saca a relucir lo peor de las personas y no comparten mucho la verdad; dejemos de juzgar y condenar por nuestra propia conciencia y a nuestro parecer a los demás, simplemente porque no nos cae en gracia su rostro. Por creer que vale la pena crecer juntos y que a partir de las cenizas las personas pueden revivir y salir a flote, sigo luchando y creyendo en la justicia. Protejamos el arte de saber convivir en armonía con nuestro entorno, compartir ideas y esperanzas, convivir en paz en todos los entornos; no podemos permitir que desaparezcan de la faz de la tierra la alegría de sentirse vivos y ser solidarios.

¿Saben cómo es la tristeza del inmigrante?

¿Sabemos todos lo que tiene en el alma, lo que lleva en su mochila del corazón, una persona que ha marchado de su tierra natal a otro país o lugar? ¡Llevan el océano en sus ojos!

No juzguemos por las apariencias, sino por los hechos y eso le toca a la jurisprudencia divina realizar el juicio. ¿Saben esas personas que odian a los inmigrantes, lo que sienten al ser insultados, vejados y humillados? Para menos desgracia, menos mal son unos pocos y basan sus discursos en barrabasadas politiqueras. ¿Saben que se siente, cuando eres insultado por algún energúmeno sin educación y principios éticos y morales? ¡Tristeza, dolor y rabia contenida! Afortunadamente son una milésima parte en las minorías que detestan a los inmigrantes.

La no aceptación de las personas nacidas en otro país conlleva a que el germen de la intolerancia pulule por ahí en pequeñas dosis muy solapadas, debido a ello una buena parte de la sociedad se ha puesto las pilas y defiende con el antirracismo (acción para estar en contra del racismo, opresión a los grupos marginados y ese racismo sistémico, habitable en las estructuras y relaciones sociales) los derechos humanos; vistas todas las barbaridades en muchos ámbitos laborales, debemos erradicarlo y concienciar de que la tolerancia debe ser parte del buen vivir.

Por eso me declaro totalmente en desacuerdo y en contra del maltrato hacia la vida y por ende de los derechos de los trabajadores y trabajadoras que día a día sacan a flote un servicio, para que las personas con movimiento reducido (por ejemplo) puedan ser atendidas dignamente.

Podría contar muchas historias vividas en mi tierra (Colombia) y otras tantas en la patria de acogida (España) para que algunas mentes poco oportunas replanteen su modo de actuar en contra de quienes no conocen ni el nombre, de quien atacan y humillan. Aquí, he escuchado barbaridades debido a la tierra de dónde vengo y no por ello odio a nadie, sencillamente intento dar la respuesta indicada para que nada me turbe, porque quien tiene la conciencia tranquila, duerme en paz y armonía.

No puedo odiar ni siquiera a todos esos grupos armados que tantas víctimas, desaparecidos y tanta sangre derramaron en una tierra que lo tiene todo y envolvieron al país en una guerra cruel de intereses económicos, políticos y sociales y de la cual mi entorno familiar tuvo que sufrir secuestros, extorsiones, asesinatos y desaparecidos; ver caer a los muertos justo al lado izquierdo del corazón, para dejarlos tatuados en el alma. Por eso no juzguen ni condenen por vuestras propias conciencias, nadie sabe el peso de la mochila ajena, a no ser que sea para ayudarle a descargar su ser.

¿Saben lo que duele dejar la patria, el hogar y la familia al otro lado del mar, por huir de la barbarie de la guerra? Entonces no me llames por apelativos despreciativos, que no me pertenecen, ni me pongas apodos por no tener el acento que no te gusta. La base de mis principios es: yo te respeto, tú me respetas. No te robo, no te miento, no te mato.

Desde pequeña, mi padre nos inculcó el amor por la lectura y la conciencia social, mi madre el respeto y el cariño por la cultura y la fe, desde entonces intento mantener al día el orden lógico de la supervivencia y apoyo al sindicalismo (CGT), porque la labor que hacen por los trabajadores y trabajadoras muchos miembros de los sindicatos, es muy loable y digna de valorar y respetar, no como otros que sólo se presentan para tomarse la foto y luego cuando se les necesita dan la espalda al trabajador.

No voy a decir que España es un país racista, no, pero si tiene pequeños brotes de intolerantes, tampoco diré que Colombia es el peor lugar para vivir, no, es un país maravilloso lleno de sabores y colores, también de gente buena y trabajadora, tenemos de todo, por eso es un país que codician los amos de las tormentas y la mayoría casi absoluta de los españoles y españolas, son encantadores, formales, trabajadores y especiales. Por una mala hierba no se puede condenar a todos los habitantes de tanta belleza.

Si vivimos en España, es porque nos gusta este país, porque aportamos impuestos como todo el mundo que es horado y buen trabajador; llevamos a la otra patria en el corazón, por lo tanto no me asusta un sujeto amenazador, cruel y despiadado que se cree el ombligo del mundo y no es más que un pelele que utilizan para enriquecer las arcas ajenas y no sabe mi historia, ni mi nombre con apellidos.

¡Quiero a mis dos patrias y eso nadie me lo arrebata!

Recordar: ¡Quien calla una injusticia, se hace cómplice de ella!

¡Hasta pronto viajeros del tiempo eterno!