Una mirada actual sobre el sindicalismo y el anarquismo en los primeros años de la CNT (1910-1930)

José Madrigal, Carlos Ramos, Guillermo Rubio y Jesús Sepúlveda. Fundación Salvador Seguí.

La definición ideológica de la CNT durante los decenios de 1910 a 1930 viene marcada tanto por el devenir histórico de una época de fuerte agitación social, como por la respuesta que esta organización debía dar para mantener una cierta coherencia entre su ideario y su práctica sindical. A lo largo de esas dos décadas la CNT pasa de una concepción ideológica sindicalista revolucionaria a una concepción anarcosindicalista (sin que se utilizara este término). Esta etapa estuvo marcada por frecuentes tensiones internas entre las dos tendencias predominantes: sindicalistas y anarquistas, inclinándose a favor de esta última a partir de 1919. En esta pugna, Salvador Seguí, junto a otros destacados militantes, se mostró siempre partidario de integrarlas para conseguir que la CNT fuera la principal organización obrera revolucionaria en el territorio español.

II Congreso de Solidaridad Obrera y fundacional de CNT. Barcelona 30 de octubre a 1 de noviembre de 1910

Fundación y desarrollo de la CNT (1910-1930).

En el año de la fundación de la CNT (1910) y de su primer congreso en 1911, la afiliación es de 23.915 trabajadores/as y a partir de esta fecha el aumento progresivo de la afiliación e influencia de la CNT, se convirtió en un verdadero reto de organización, de actividad sindical y de definición ideológica. El número de miembros creció de 50.000 en 1916, hasta los 80.607 afiliados en 1918 y dando un gran salto cualitativo y cuantitativo hasta los 845.805 afiliados en 1919, tras un periodo de divulgación en todo el territorio nacional y con el respaldo del éxito de la huelga de La Canadiense en Barcelona.

Los años del pistolerismo en Barcelona (1919 a 1923) promovido desde la Patronal para combatir la extensión e influencia de la CNT, suponen una verdadera sangría de militantes obreros y sindicalistas que alcanza su punto álgido con el asesinato de Salvador Seguí y de Francesc Comas en marzo de 1923. Este periodo, que tiene su continuidad con la ilegalización de la CNT y el paso a la semiclandestinidad de sus dirigentes y afiliados, se ve desbordada por los denominados “grupos de acción” que desarrollan una labor de acciones armadas como contestación a los asesinatos de trabajadores. Durante este periodo se anula prácticamente la actividad sindical y cobra impulso el debate sobre las opciones tácticas y estratégicas a seguir entre las dos principales corrientes ideológicas: anarquismo y sindicalismo. La primera defendía mantenerse en la clandestinidad y seguir operando con golpes de mano, y la segunda, defendía la legalización para mantener la organización, su influencia y arraigo entre la clase trabajadora.

Evolución ideológica de la CNT (1910-1930).

La fundación de la CNT (1910) como resultado de la conversión de Solidaridad Obrera en una entidad de carácter nacional, viene asociada al concepto de Sindicalismo Revolucionario,  tal y como recoge la Carta de Amiens (1906), que entiende la lucha de clases en el terreno económico, a través del sindicato, como medio de organización y emancipación de clase obrera, concibiendo al sindicato como independiente ideológicamente de cualquier partido o secta y utilizando como única vía la acción directa. A esta concepción se le añade el bagaje anarquista heredado de la I Internacional (1864), desde la visita de Giuseppe Fanelli a España en 1868, y que se fue extendiendo en el ideario de las primeras organizaciones obreras (Federación de la Región Española) y en las organizaciones societarias (Sociedades Obreras), no alineadas con las corrientes socialistas de la II Internacional (1889).

Esta definición sindicalista revolucionaria incluye, como uno de sus principios fundamentales, agrupar a toda la clase trabajadora de la manera más amplia posible, atendiendo a su condición de explotados y evitando cualquier tipo de definición ideológica o política que pudiese suponer una división entre ellos. Tal es así que hasta el II Congreso de la CNT de 1919, no aparece la palabra anarquía, ni comunismo libertario en ninguna resolución y, por tanto, tampoco una definición del sindicalismo de la CNT. Esto no quiere decir que, hasta entonces, no se hablara de anarquismo u otros planteamientos ideológicos dentro de los sindicatos confederales, sino que las resoluciones al respecto se iban debatiendo y tomando, fundamentalmente, en los sucesivos congresos.

 En este sentido, los hitos de este período serían fundamentalmente, además de su Congreso fundacional en 1910, el primer Congreso nacional, en 1911 (Congreso de Bellas Artes, Barcelona), el Congreso regional catalán de Sants, en 1918, el segundo Congreso nacional, en 1919 (Congreso de la Comedia, Madrid), la Conferencia nacional, en 1922 (Zaragoza) y el tercer Congreso nacional, en 1931 (Congreso del Teatro del Conservatorio, Madrid).

Sin embargo, no sólo son éstos hitos los más importantes del proceso de evolución ideológica de la CNT hasta la llegada de la Segunda República, porque, teniendo en cuenta el perfil organizativo de la Confederación, caracterizada por su falta de rigidez formal, hay que considerar necesariamente otra serie de eventos que marcan o reflejan decisivamente el devenir histórico y los cambios del contenido ideológico de la CNT; tal es el caso de los Congresos regionales, Plenos, Asambleas y reuniones de Comités nacionales que, abordando diferentes situaciones históricas, lo hacen incluyendo la cuestión ideológica de forma directa o indirecta.

De esta manera y desde 1910, sería el anarquismo la corriente ideológica más importante en los sindicatos llegando a ser hegemónica y a ejercer una influencia efectiva sobre los mismos, imponiendo sus propias concepciones, por encima de la concepción sindicalista revolucionaria. Es decir, es el anarcocomunismo -denominado posteriormente como anarcosindicalismo- el que terminará por desplazar al sindicalismo revolucionario como inspirador ideológico de la acción sindicalista, dando a los sindicatos un contenido diferente, cargado de una concepción política concreta: el anarquismo, que, aunque supusiera precisamente la no aceptación de la actividad política del Gobierno y del Estado, suponía una opción político-ideológica autónoma y diferenciada.

La posición de Salvador Seguí coincidiría sustancialmente con lo expuesto arriba, y llegaría en sus trabajos, no sólo a recomendar la presencia de los anarquistas en los sindicatos, «para velar por la vida de éstos y orientarlos», sino a considerar al sindicalismo como “la base, la orientación económica del Anarquismo”. En realidad, la posición de Seguí, ni claramente anarquista, ni claramente sindicalista revolucionaria, le acarrearía muy serias críticas, ya en vida y después de su asesinato, siendo acusado de posibilista -por los anarquistas- y de realizar una labor perturbadora en el medio sindical -por los sindicalistas-.

Anselmo Lorenzo (1841-1914). Pionero del anarquismo en España

Salvador Seguí y el anarquismo.

Independientemente del afán de algunos teóricos por encontrar los antecedentes del anarquismo en tiempos y/o textos remotos, lo cierto es que la mayor parte de las propuestas o contenidos fundamentales atribuidos al anarquismo hunden sus raíces en la noche de los tiempos, y se manifiestan de una manera más nítida a raíz de la revolución industrial, cuando está empezando a configurarse la moderna sociedad de clases, con un capitalismo en desarrollo y un proletariado y un campesinado que empiezan a tomar conciencia de su condición de explotados.

Resultaría imposible intentar establecer los contenidos definitivos del pensamiento anarquista porque, tratándose de una ideología viva, ha ido incorporando a su bagaje ideológico toda una serie de propuestas en la medida que se adecúan a las ideas-fuerza originarias de éste: libertad, solidaridad, rechazo de la política institucional como alternativa para alcanzar la sociedad comunista libertaria.

En el tiempo de Salvador Seguí, los debates en torno a los contenidos del anarquismo han ido clarificando ese ideario, aunque no están delimitados del todo porque las practicas individualistas (la propaganda por el hecho: atentados contra personajes relevantes de las élites políticas, etc..) han decepcionado a los seguidores de este ideario y están buscando un espacio propicio para la práctica del mismo. Y será a partir de la Carta de Amiens, donde se define un modelo de acción, organización y estrategia para el Sindicalismo Revolucionario, el momento en el cual el anarquismo encuentra el espacio buscado para su intervención social y revolucionaria.

En un intento de concreción, al anarquismo se le definía como una concepción filosófica que tiende a desarrollar todas las particularidades que caracterizan al hombre, que lo hacen sociable, que lo destacan, biológicamente considerado, y viene, en consecuencia, a proponer desarrollar su personalidad prescindiendo de todo elemento coercitivo que no sea el de su propia conciencia y el derivado de la convivencia social natural y libremente consentida.  Por eso, el anarquismo, rompe con la rígida moral convencional influida por la religión y generalmente aceptada en la sociedad y niega la necesidad del Estado y de esta moral. Así mismo, el anarquismo se alinea con la corriente antiautoritaria que combate abierta y obstinadamente todo conato de dominio espiritual y material sobre el hombre: la ley, la autoridad inmanente a esa ley, el Estado, los gobiernos, los parlamentos y cuantas instituciones derivan de estos organismos, creadas, propagadas y defendidas por partidos y religiones, que no tiene otra finalidad que señalar a la persona lo que puede y no puede hacer.

Salvador Seguí, lo definiría como: “el anarquismo es una gradación del pensamiento humano. Diríamos mejor, que es la más alta gradación del pensamiento humano. Es una lógica consecuencia de las diversas fases que a través del tiempo han sufrido las ideas, tamizadas por el sentimiento”.

Militantes anarconsindicalistas. Entre ellas, Seguí, Pestaña, Bajatierra, Piera y Gironella. Foto: Archivo de la FAL

Salvador Seguí y el sindicalismo revolucionario.

 El sindicalismo revolucionario en España, fue fiel a uno de los principios básicos del sindicalismo: ser un modo de acción, una práctica, y no una mera teoría; por lo que, al contrario de lo que ocurrió́ en Francia, es muy difícil encontrar trabajos teóricos sobre este tipo de sindicalismo. Las manifestaciones más claras son precisamente los documentos de las organizaciones, los manifiestos y acuerdos, tanto de Solidaridad Obrera como de CNT. Así en el congreso fundacional de 1910 se define el sindicalismo como “la asociación de la clase obrera para contrarrestar la potencia de las diversas clases poseedoras (..) interpretado como un medio de lucha entre los dos antagónicos intereses de clase (…), a fin de conseguir con esta lucha intensificada la emancipación económica integral de toda la clase obrera, mediante la expropiación revolucionaria de la burguesía tan pronto como el Sindicalismo, se considere bastante fuerte numéricamente y bastante capacitada intelectualmente para llevar a efecto la expropiación de aquellas riquezas sociales que arbitrariamente detente la burguesía”. A esta definición habría que añadir la independencia de toda injerencia política o religiosa, según se determina en el artículo segundo de sus Estatutos.

Este modelo, es el que en palabras de Salvador Seguí; “es la base, la orientación económica del Anarquismo. Digamos su concepción (..) ¿Y qué significación tiene el Sindicalismo?  Históricamente, es la resultante y una condensación del proceso del pensamiento; ideológicamente, es la condensación del pensamiento, al que dieron vida los compañeros de la Internacional; prácticamente, es el arma, es el instrumento del Anarquismo para llevar a la práctica lo más inmediato de su doctrina. Es innegable, por tanto, que nuestra organización, que el Sindicalismo, es hijo espiritual del Anarquismo”.

La síntesis: Anarcosindicalismo.

Aunque la utilización del término anarcosindicalismo en España es posterior a la fecha en que se define este concepto en el Congreso Constitutivo de la II AIT (1922). Su doctrina se ira definiendo en éste y en los sucesivos congresos de la misma), el anarcosindicalismo en tiempos de Salvador Seguí se podría definir, a tenor de lo expuesto más arriba, como un movimiento orgánico y organizado, cuya doctrina se inspira en el anarquismo y su forma de organización es el sindicalismo revolucionario.

Desde entonces, el anarcosindicalismo, como propuesta organizativa e ideológica, empujado por las diversas coyunturas históricas y sociales que se han ido produciendo desde los orígenes del sindicalismo revolucionario, ha ido enriqueciendo su bagaje original con toda una serie de contenidos (internacionalismo, antimilitarismo, federalismo, anarcofeminismo…) que han ido configurándolo como una propuesta permanentemente actualizada para dar respuesta a los nuevos retos que plantea la construcción de una sociedad mejor en el camino hacia la sociedad libertaria.

Una reflexión más: el capitalismo que nos invade.

 La aparición y desarrollo de este término es posterior a la época en la que nos situamos, no obstante, podemos entenderlo como el sistema de raíz fundamentalmente económica que, con el devenir del tiempo, se ha convertido en fórmula exclusiva de gobernación, irradiando sus principios al ámbito social, sus instancias jurídicas y, en definitiva, a la acción política. En términos formales, la mayoría de las definiciones señalan que es algo así como el “Sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción en libertad de mercado”. (RAE)

Bajo nuestro punto de vista, abordar el complejo concepto de capitalismo iría mucho más allá de meras definiciones. Nos parece más oportuno repasar sus manifestaciones como fenómeno capital –nunca mejor dicho- que ha regido y rige nuestras vidas. Podríamos comenzar, entonces, preguntándonos ¿Cuál sería la manifestación o consecuencia más palmaria del capitalismo? A lo que responderíamos de forma sencilla que es la existencia de clases sociales antagónicas.

Y, abordando un intento de clarificación acerca de qué son las clases sociales, podemos decir que no existe consenso sobre la idea de clase y consecuentemente tampoco sobre la idea de lucha de clases. Hay quienes no aceptan su existencia y los hay que, reconociéndola, discrepan sobre si se encuentran o no en conflicto. En nuestra opinión, hemos de decir que existen clases sociales y que se encuentran enfrentadas por una sustancial contradicción entre ellas. También creemos que no son más que dos; dominante y dominada, opuestas y de exclusión mutua.

En tiempos de Salvador Seguí la adscripción a las clases sociales estaba más claro: todos los agentes de la sociedad sabían dónde ubicarse, independientemente de su nivel cultural. Hoy, asistimos, al importante fenómeno de las “contradicciones de clase”, al producirse dentro de la clase trabajadora sentimientos de no pertenencia a la misma, debido a la influencia permanente de corrientes de opinión ejercidas por los poderes políticos, sociales y económicos sobre el imaginario colectivo de la misma.

Digamos para terminar, que la historia nos habla de un mundo cambiante donde la clase trabajadora se ha visto obligada a la búsqueda permanente de instrumentos de defensa y de lucha. Los tiempos turbulentos pero decisivos que le tocaron vivir a Salvador Seguí nos sirven para entender, salvadas las distancias y los tiempos, cual puede ser el camino.

BIBLIOGRAFÍA

Antonio Bar.  La CNT en los años rojos. Madrid, Akal, 1981.

Pierre Besnard “Anarcosindicalismo y Anarquismo. Táctica e intervención sindical. Informe de Pierre Besnard, Secretario de la AIT al Congreso Anarquista Internacional de 1937”. Archivo FSS.

Ángel Pestaña. Trayectoria sindicalista. (Prólogo de Antonio Elorza). Madrid, Tebas, 1974.

Salvador Seguí. Anarquismo y Sindicalismo. “Conferencia pronunciada en la prisión del Castillo de la Mola (Mahón – Islas Baleares), 31 de diciembre de 1920”

Manuel Tuñón de Lara, El movimiento obrero en la historia de España. Madrid, Sarpe, 1986.

[Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 113, Primavera 2023]